Pablo Motos se ha sometido a varios retoques estéticos que no siempre han salido como él esperaba. El presentador de Antena 3 confesó a Joaquín, el novato las sorprendentes circunstancias que se han producido cuando ha intentado cambiar algo de su físico.
El conductor de El Hormiguero empezó por los dientes. "Decidí que debía mejorar mi imagen y quería los dientes más blancos", comentó en el programa del futbolista Joaquín Sánchez. Motos preguntó en su clínica si le podían cambiar toda la dentadura en un día. "No, eso te lleva meses. Me dijo que en 12 horas era imposible, una animalada, peligroso", recordó. Pero él insistió y contestó a su doctora que "si ella aguantaba 12 horas, yo también lo iba a resistir y me los puso en un día". El presentador rememoró algunas de las consecuencias de ese cambio en la boca. "Cuando te ponen los tienes nuevos no sabes hablar porque el aire sale por otra parte", bromeó.
Esa operación tuvo lugar un día antes de someterse a otra intervención, pero esta vez fue en los ojos. "Con los dientes nuevos me fui a Barcelona al día siguiente a operarme de la vista. Me dijeron que me operaban del ojo derecho pero en el izquierdo me dejaban dos dioptrías porque tenía el ojo vago. Yo pedí que me operaran todo porque quería ver como un puma. Y me lo hicieron bajo mi responsabilidad", contó. "Al día siguiente veía doble y de los nervios me había roto todos los dientes porque el pegamento llevaba poco tiempo", explicó en su charla con el jugador del Betis, cuyo programa en Antena 3 es uno de los éxitos de esta temporada.
La tercera intervención estética de Motos tuvo que ver con el bótox y lo decidió cuando disfrutaba de una estancia en un hotel macrobiótico al que le había invitado su mujer. "Me empezaron a pinchar y notaba que se me estaba inflando la cara. Creía que mi mujer no se iba a enterar de nada pero, según se abrió el ascensor, y me vi en el espejo, descubrió que me habían dejado chino", recordó entre risas. "No me iba la cara, no funcionaba, porque el bótox te lo deja muerto". Como era de esperar, su pareja supo lo que había hecho en cuanto le vio. "Estuve todo el verano tocándome la cara para que volvieran las arrugas. En el inicio de esa temporada, que espero que no salga nunca, no me podía ni mover", contó. "Estuve así seis o siete meses"