Emmanuel y Brigitte Macron vuelven a acaparar titulares tras un nuevo episodio ocurrido en Reino Unido que alimenta la creciente expectación sobre su vida personal. La visita oficial del presidente francés al país británico, enmarcada dentro de los actos de cooperación post-Brexit, ha estado marcada no solo por encuentros institucionales de alto nivel, sino también por una escena cargada de simbolismo que no ha pasado desapercibida para los medios internacionales.
El incidente tuvo lugar en el aeropuerto, poco antes de la recepción ofrecida por los príncipes de Gales. A su llegada en avión privado, Emmanuel Macron extendió la mano a su esposa para ayudarla a descender las escaleras de la aeronave. Brigitte, sin corresponder al gesto, descendió en solitario, evitando cualquier contacto visual con su marido. La escena, captada por las cámaras y compartida rápidamente en redes sociales, ha generado interpretaciones variadas y ha reavivado el interés sobre la situación personal del matrimonio presidencial.

Este gesto se suma a una secuencia reciente de momentos de alta exposición. Apenas unas semanas antes, una grabación tomada en Vietnam mostraba a Brigitte propinando un leve manotazo a su esposo al bajar de otro avión, lo que disparó todo tipo de conjeturas en internet. En ese momento, el equipo de comunicación del presidente francés reaccionó negando lo evidente y difundiendo versiones inverosímiles, tratando de restar importancia al hecho y describiéndolo como un momento espontáneo de broma entre ambos. A pesar del intento de calmar el debate, las imágenes continuaron generando interpretaciones sobre el tono y la frecuencia de estas escenas.
La historia entre Emmanuel y Brigitte Macron ha estado desde sus inicios en el foco de atención. Su diferencia de edad —25 años— ha sido objeto de comentarios desde que se hiciera pública su relación. Brigitte, de 72 años, conoció al actual presidente cuando este tenía 15 y era su alumno en un colegio de la ciudad de Amiens. En ese momento, ella estaba casada con André-Louis Auzière, con quien tuvo tres hijos. La relación inicial entre la profesora y el joven estudiante generó un fuerte rechazo en el entorno del adolescente, hasta el punto de que sus padres decidieron trasladarlo a París con la esperanza de poner distancia entre ambos.
Pese a todas las barreras sociales y familiares, el vínculo entre ellos persistió. En 2006, Brigitte se divorció formalmente y un año después contrajo matrimonio con Emmanuel Macron. Desde entonces, ella ha acompañado al mandatario en su ascenso político, incluyendo su llegada al Palacio del Elíseo en 2017. A lo largo de su mandato, la figura de Brigitte ha generado tanto apoyos como críticas. Uno de los debates más intensos surgió en torno a su papel institucional. Macron aclaró públicamente que su esposa no formaba parte del gobierno, no percibía sueldo alguno del Estado y que su presencia respondía a funciones de representación y apoyo cultural.
¿Distanciamiento emocional?
Sin embargo, los recientes episodios protagonizados por la Primera Dama durante actos oficiales o las miradas de Macron a la princesa de Gales han despertado un interés renovado en su vida privada. El desplante en el aeropuerto británico, en particular, se interpreta en algunos círculos como una señal de distanciamiento emocional. La falta de interacción pública, sumada a los gestos fríos, alimenta las sospechas de una etapa tensa en su relación.
Emmanuel Macron ha intentado mantener la calma frente a la atención mediática. En una reciente intervención ante periodistas, negó rotundamente los rumores más extravagantes sobre su vida personal: "Bromeábamos con mi esposa, como hacemos a menudo. Desde hace tres semanas, se han inventado historias que no tienen ninguna base. Es hora de que se tranquilicen". Sus palabras buscan desactivar la ola de especulaciones, aunque la opinión pública sigue observando cada aparición pública de los Macron con atención quirúrgica.