Amada por algunos, detestada por otros, Sara Netanyahu es ahora mucho más que una Primera Dama con papeles protocolarios: es una figura clave en la política israelí. La voz de la mujer del primer ministro se hace sentir en la mesa donde se decide el destino de Oriente Medio.
Sara Netanyahu no es una primera dama convencional. Psicóloga de formación y esposa del primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, ha desempeñado durante años un papel clave —aunque a menudo discreto— en las decisiones más relevantes del gobierno israelí. En las últimas semanas, su nombre ha vuelto a sonar con fuerza, tras su activa participación en el viaje oficial a Washington, donde Israel y Estados Unidos discutieron una posible tregua en Gaza y nuevas estrategias frente al programa nuclear iraní. Durante la cena de bienvenida en la Casa Blanca, Sara Netanyahu ocupó un lugar central, tanto en la mesa como en el foco político. Ataviada con un llamativo vestido verde, fue saludada con especial deferencia por el expresidente Donald Trump, quien no dudó en incluirla en sus palabras de bienvenida: "Es un honor tener a Sara y Bibi con nosotros. Hemos conseguido muchas cosas juntos, y lograremos muchas más".
Fuentes diplomáticas aseguran que la presencia de Sara en la delegación no fue simbólica. Participó en reuniones con altos funcionarios estadounidenses, incluyendo al secretario de Estado Marco Rubio y el secretario de Defensa Pete Hegseth. Su rol, según analistas israelíes, va más allá del protocolo. Los expertos aseguran que Sara es una figura de poder real. Su opinión pesa en la toma de decisiones de su marido.
Jueces, periodistas y policía, en su radio de tiro
Días antes del viaje a Estados Unidos, Sara y Benjamin Netanyahu realizaron una controvertida visita al kibutz Nir Oz, lugar símbolo de la masacre del 7 de octubre de 2023, en la que 1 de cada 4 residentes fue asesinado o secuestrado por Hamás. La visita, aunque tardía, fue interpretada como un gesto de acercamiento a los familiares de los rehenes. En ese contexto, se produjo el emotivo abrazo entre Sara y Einav Zangauker, madre del rehén Matan Zangauker. Para muchos, fue una señal de apertura del gobierno a una posible tregua. Sin embargo, no todos creen en la sinceridad de ese gesto. Diversas asociaciones de familiares de rehenes critican la actitud de los Netanyahu, a quienes acusan de haber ignorado durante meses sus reclamos. "Ahora intentan mostrarse cercanos porque la presión social ha crecido, pero durante mucho tiempo no quisieron saber nada", lamenta una portavoz del colectivo "Traedlos a casa".
Sara también ha sido protagonista de polémicas fuera del ámbito diplomático. En una entrevista con Fox News, denunció una supuesta conspiración del "estado profundo" israelí, al estilo de lo que Trump ha alegado en EE. UU. Acusó a jueces, periodistas y policías de intentar "derrocar gobiernos democráticos" como el suyo y el de Trump, con "acusaciones falsas". La esposa del primer ministro no es ajena a los tribunales. Está involucrada en varias investigaciones por corrupción, y se la acusa de haber solicitado un costoso brazalete como parte de un supuesto soborno. A pesar de estas controversias, su influencia en el gobierno sigue intacta.