Hace exactamente seis meses, Raphael vivió uno de los momentos más delicados de su vida. Mientras grababa un especial navideño para La Revuelta de David Broncano en el Teatro Príncipe Gran Vía de Madrid, el legendario cantante sufrió un accidente cerebrovascular. A pesar de la gravedad del episodio, logró salir por su propio pie hasta las ambulancias que lo esperaban. Ingresó con pronóstico reservado y fue diagnosticado poco después con un linfoma cerebral, obligándolo a cancelar todos sus compromisos profesionales, incluida su esperada gira por América en 2025.
Sin embargo, pocos meses después, exactamente el pasado 5 de febrero, Informalia adelantaba la noticia que muchos deseaban: Raphael volvería a los escenarios antes de que finalizara el año. Y así es. Este domingo por la noche, el Teatro Romano de Mérida será testigo del regreso del ídolo. Raphael está de vuelta. Digan lo que digan los demás. Este domingo, el Teatro Romano de Mérida no sólo recibirá a una leyenda. Será testigo del renacimiento de un artista que, contra todo pronóstico, vuelve a hacer lo que más ama. Raphael está de vuelta. Y promete que lo mejor aún está por llegar.
¿Y qué le pide al futuro? "Seguir con la misma ilusión hasta el final"
Los médicos están felices, dice, y él más. No le han quedado secuelas del accidente, y el permiso para volver a los escenarios es, para él, prueba suficiente de que todo ha salido bien. "Nunca perdí el sentido. Me estaba dando cuenta de todo, aunque no podía responder", recuerda sobre aquel fatídico día de diciembre. A lo largo de su vida, Raphael se ha enfrentado a varios desafíos de salud, el más serio hace 40 años, cuando una hepatitis provocada por el abuso del alcohol lo llevó a someterse a un trasplante de hígado en 2003. Desde entonces, asegura que ha comenzado al menos una segunda —y ahora una tercera— vida. A pesar de lo vivido, el miedo no ha hecho mella en su espíritu. "Miedo no. Quizás porque al principio no era consciente de lo que estaba pasando", afirma. Para él, la clave ha sido siempre colaborar con los médicos: "Les digo: ustedes saben lo que tienen que hacer. Cuanto antes, mejor". En ningún momento pensó que todo había acabado. "No es mi tiempo aún".
"Estoy muy bien. Milagrosamente bien", asegura Raphael en El Mundo. Raphael ha pasado los últimos meses en recuperación, con paciencia y determinación. "Soy un buen paciente", dice entre risas. En cuanto pudo, retomó los ensayos en la sede de la Sociedad de Artistas, Intérpretes o Ejecutantes (AIE) en Madrid, acompañado por una decena de músicos. "Canté el concierto entero", revela, aunque prefiere no adelantar la primera canción del recital para no arruinar la sorpresa. A sus 82 años, con más de 80 álbumes publicados y millones de discos vendidos —incluyendo uno de uranio, una distinción que comparte con Queen, U2 o Michael Jackson—, Raphael no piensa en la retirada. Ni siquiera permite que lo llamen abuelo. "Hasta mis nietos me llaman Raphael", bromea. "No puedo permitirme dudar de mi carrera. Elegí este camino y luché por él. Y no pienso renegar de lo que he hecho", confiesa. Si los médicos le hubieran dicho que no podía volver a cantar, simplemente no lo habría aceptado. Raphael se siente más fuerte que nunca. Tiene previsto grabar un nuevo disco antes de que termine el año y asegura que aún le queda mucho por renovar: "Mi carrera no ha terminado. No me voy a ir todavía".
La fe, el público y el escenario
Con una fe que reconoce como imprescindible —"O crees, o crees"— y el cariño de un público que lo ha acompañado durante generaciones, Raphael se aferra a lo esencial: su música, su familia y los escenarios. "La música vive conmigo. Y yo no sé vivir sin el escenario. Nada es comparable a eso", asegura. Aunque reconoce que a veces se cansa, siempre encuentra fuerzas para seguir: "Me acuesto, descanso y al día siguiente, sigo". Lo que más le molestaría, admite, es no poder volver a subirse a un escenario. "Eso sí que me fastidiaría". No le gusta que lo llamen mito. Se define como un hombre normal, fanático de sus amigos de siempre, enamorado de su familia y profundamente agradecido con su público. No se considera nostálgico, ni siquiera se imagina dejando los escenarios. "Yo sigo haciendo lo mismo que cuando tenía 20 años".