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Quién es Martín Pareja Obregón, el ex de Terelu Campos, ex torero, íntimo de Bertín Osborne, a quien su propia hija tacha de "sinvergüenza"

Terelu y Pareja Obregón vivieron un intenso romance

En el desmoronamiento de las estirpes que un día se creyeron depositarias de un abolengo inquebrantable, los secretos acaban desparramándose en los pliegues de las revistas del corazón, como aquellas heridas vergonzantes que la gangrena convierte en pestíferos testimonios de la descomposición. Tal es el caso de Martín Pareja Obregón, un torero de estampa rancia, de aquellos que se vestían de luces con la apostura de quien ha nacido para emular la gesta de los dioses homéricos, pero que hoy es evocado con la oprobiosa acusación de "sinvergüenza" lanzada por su propia hija, Alejandra, en un ajuste de cuentas que, más que un agravio particular, parece el eco de una maldición generacional.

Martín, torero de raza, crisol de la Sevilla más cañí, cultivó su fama tanto en el albero como en las sobremesas de manteles bordados, donde la guitarra y el rebujito servían de preludio a las conquistas que alimentaban su leyenda.

Entre las muchas damas que pasaron por su vida, una de las más célebres fue Terelu Campos, que en su juventud encontró en el torero el atisbo de un amor que la prensa rosa elevó a la categoría de idilio folletinesco. Pero la historia de Martín Pareja Obregón no se ciñe a los romances que poblaron los mentideros del papel cuché, sino que se adentra en las zonas más brumosas de la irresponsabilidad y la desatención filial, como ahora ha venido a confirmar la justicia y, sobre todo, la voz trémula de una hija que nunca dejó de ser un fantasma para su progenitor y que se despacha en la revista Semana.

Alejandra Rey, la joven que un día descubrió que en sus venas corría la sangre de un hombre que jamás se preocupó por ella, ha decidido romper su silencio en las páginas de la revista como quien al fin encuentra la fuerza para reclamar un lugar en una historia de la que fue excluida sin más explicación que el desprecio. La sentencia judicial de 2009 fue contundente: Martín Pareja Obregón es su padre. Pero la ley, con toda su pompa y su aridez, no puede obligar a un hombre a sentir lo que no ha sentido jamás.

"Mi padre es un sinvergüenza", sentencia Alejandra, con la crudeza de quien ha comprendido que no hay mayor humillación que ser invisible para aquel que debía haber sido su refugio. Desde 2018, Martín ha eludido sus obligaciones económicas para con su hija, en un acto que la justicia ha tipificado como delito de abandono de familia, pero que en la conciencia de la joven pesa más como una evidencia de la orfandad que ha arrastrado toda su vida.

La revelación de su filiación no solo supuso un reconocimiento legal, sino también un viraje en su existencia. De repente, aquel apellido que parecía tan lejano pasó a formar parte de su historia, pero sin que ello trajera consigo el abrazo paterno que tal vez había soñado en secreto. En su relato, Alejandra desvela que, al alcanzar la mayoría de edad, decidió contactar con Martín Pareja Obregón con la esperanza de abrir un resquicio en la muralla de indiferencia que la separaba de él.

Su gesto fue respondido con el silencio, esa forma de desprecio que no deja rastro pero que perfora el alma. Hoy, con la valentía de quien ha decidido no callar más, alza la voz para que el mundo sepa que ella también existe, que su nombre no es un borrón en los márgenes de un árbol genealógico condenado al olvido. "Hago todo esto para que ellos sepan que estoy aquí, porque nadie me conoce. Lo que me duele es que nunca ha querido ponerse en contacto conmigo", confiesa con un desgarro que no necesita adornos.

Más allá de su lucha personal, Alejandra quiere reivindicar la verdad de su madre, Judith Rey, una mujer que, a lo largo de los años, ha soportado las sombras de la duda y la calumnia. "Ella no ha mentido nunca y no lo hacía por dinero. Quiero defenderla a muerte", proclama con la vehemencia de quien ha visto demasiadas veces cómo la historia se cuenta al antojo de los poderosos.

El destino de Martín Pareja Obregón, otrora torero de gesto gallardo y ahora frente a la justicia, parece encaminarse hacia ese ocaso de los patriarcas que no supieron serlo, hacia esa descomposición de las estirpes que un día brillaron y que hoy apenas son el reflejo marchito de lo que pudieron ser. Bertín Osborne, su amigo y confidente, quizá brinde con él en alguna sobremesa tardía, entre copas que intentan disipar el peso de la culpa, entre bromas que tratan de disfrazar el naufragio.

Pero en otro rincón del mundo, lejos de esas mesas donde los brindis ahogan los remordimientos, una hija sigue esperando el reconocimiento que jamás llegó. No lo espera de la justicia, que ya ha dictado su veredicto, sino del corazón de un hombre que, quizás, en el fondo de su alma, aún tenga tiempo para entender que no hay abandono más cruel que el de la sangre que un día nos reclamará en el juicio definitivo de la memoria

Seis meses de intenso romance con Terelu, que acabó "despechada", según el terero

Terelu Campos fue novia de Martín Pareja Obregón pero su relación no debió acabar bien. Hace ocho años, la hija de María Teresa Campos admitió que no guarda buen recuerdo de aquel antiguo amor, el que vivió con el torero Martín Pareja-Obregón, con quien la malagueña mantuvo un fugaz romance hace casi treinta años. Cuando el ex torero supo del desprecio de su ex, dijo el amigo de Bertín Osborne: "Estará despechada. Será que soy muy guapo y muy intenso. Cuando un tío muy guapo y muy intenso desaparece de la vida de alguien pues pasa esto", añadió. "Lo nuestro se acabó porque las cosas se acaban. Fue cosa de los dos, cada uno tiramos por nuestro camino y se acabó el problema", aclaró Pareja Obregón. Terelu Campos y Pareja Obregón vivieron un romance de "unos seis meses", según recuerda el propio Pareja Obregón.

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