La diseñadora de moda británica anunció el pasado 26 de enero un paso decisivo en su carrera y compró la participación minoritaria que LVMH tenía en su empresa. LVMH poseía desde 2019 el 49% de la marca fundada en 2001 por la hija del Beatle Paul McCartney. "Este nuevo capítulo refleja la voluntad de Stella McCartney de iniciar una nueva etapa de su historia en total independencia, tras haber trabajado en estrecha colaboración con el grupo para reforzar los fundamentos y la dirección de su Casa" de moda, rezaba el comunicado. Pero McCartney seguirá asesorando al tercer hombre más rico del mundo y emperador del lujo, Bernard Arnault, y a los equipos directivos de LVMH en asuntos medioambientales.
Bernard Arnault, el magnate francés y cabeza de LVMH, acordó vender la participación del conglomerado en Kering, la marca cuya propiedad compartía con Stella McCartney (53), devolviendo a la diseñadora el control total de su empresa. Este movimiento puso fin a una colaboración de casi cinco años, pero no a la relación profesional y personal que los une, ya que McCartney seguirá como Embajadora Global de Sostenibilidad para LVMH, asesorando a Arnault (75) y a su equipo en temas clave para el futuro del lujo.
Arnault, con un patrimonio neto estimado de 191 mil millones de dólares según Forbes, no es solo uno de los hombres más ricos del planeta, sino también uno de los más influyentes en el mundo de la moda. A través de LVMH, ha consolidado un imperio que incluye marcas emblemáticas como Louis Vuitton, Dior y Moët & Chandon. Sin embargo, su sociedad con Stella McCartney siempre fue especial, marcada por una visión compartida sobre la sostenibilidad y la innovación en el sector del lujo.
La hija de Paul McCartney ha sido una figura disruptiva en la industria de la moda desde sus inicios. Como hija del legendario Beatle se enfrentó las críticas iniciales de una industria que la acusaba de tener privilegios por su apellido. Cuando asumió el cargo de directora creativa en Chloé en 1997, las dudas sobre su talento se hicieron públicas, incluso con comentarios mordaces como el de Karl Lagerfeld, quien le echó en cara su pedigrí: "Las casas de moda deberían contratar a grandes nombres de la moda, no a grandes nombres de la música", dijo el alemán.

En 2001, lanzó su propia marca en colaboración con el entonces Gucci Group (hoy Kering), un paso audaz para una diseñadora joven. Desde el inicio, su apuesta fue clara: excluir pieles y cueros de sus colecciones, un enfoque revolucionario en un sector que, hasta entonces, consideraba estos materiales indispensables para la moda de lujo. Su compromiso con la sostenibilidad se convirtió en un sello distintivo y marcó el camino hacia un nuevo paradigma en la industria.
Tras 17 años con Kering, McCartney decidió comprar la otra mitad de su marca que estaba en manos del grupo, asegurándose el control total en 2019. Sin embargo, poco después sorprendió al asociarse con LVMH, el rival directo de Kering, iniciando una etapa que ahora concluye con el reacondicionamiento completo de su independencia empresarial.
La decisión de Stella McCartney de recomprar la participación minoritaria de LVMH responde a una estrategia para navegar los retos de una industria del lujo que enfrenta desafíos crecientes. Aunque las grandes casas de moda de LVMH, con su base de clientes fieles y de alto poder adquisitivo, han resistido la desaceleración económica global, las marcas más pequeñas y menos consolidadas han tenido dificultades. Para McCartney, recuperar el control total de su marca representa una oportunidad para reafirmar su independencia creativa y reforzar su compromiso inquebrantable con la sostenibilidad.
A pesar de esta separación, la relación entre McCartney y LVMH no termina. La diseñadora continuará colaborando con el grupo como Embajadora Global de Sostenibilidad, un rol en el que ha trabajado desde que se unió al conglomerado en 2019. En este puesto, seguirá asesorando a Bernard Arnault y al equipo ejecutivo en temas relacionados con prácticas sostenibles, un área en la que su experiencia ha sido fundamental para la evolución del sector.
El propio Arnault ha expresado su admiración por McCartney, destacando su capacidad de anticiparse a las demandas de los consumidores modernos. Según el comunicado conjunto emitido esta semana, la separación empresarial se ha realizado en términos cordiales y con el deseo de ambas partes de continuar colaborando en áreas estratégicas.
Este anuncio llega en un contexto de incertidumbre para el sector del lujo. Mientras que gigantes como Louis Vuitton y Dior gozan de una clientela consolidada, las marcas más pequeñas han enfrentado desafíos frente a la inestabilidad económica global. En este panorama, el enfoque sostenible de Stella McCartney podría ser tanto un desafío como una oportunidad.
En una industria donde los consumidores son cada vez más conscientes del impacto ambiental de sus elecciones, McCartney ha sido una pionera al abogar por materiales alternativos y prácticas éticas. Su marca se ha convertido en un referente, demostrando que la moda de lujo puede ser sostenible sin sacrificar creatividad ni calidad.
Al recuperar el control total de su empresa, McCartney refuerza su posición como una de las voces más influyentes de la industria, alguien que no solo dicta tendencias, sino que también redefine los valores del lujo moderno.
"All you need is love"
El título de este capítulo en la historia de Stella McCartney y Bernard Arnault podría resumirse en una frase célebre del padre de la diseñadora: "All you need is love". Aunque el vínculo empresarial llega a su fin, queda claro que la admiración y el respeto mutuo entre McCartney y LVMH siguen intactos. Esta decisión no representa un divorcio, sino más bien una transición hacia nuevos horizontes.
En un sector donde los intereses financieros suelen eclipsar cualquier otra consideración, la relación entre Stella McCartney y Bernard Arnault es un recordatorio de que las alianzas más duraderas son aquellas basadas en valores compartidos. Aunque sus caminos empresariales se separan, su compromiso con un futuro más sostenible sigue siendo una causa común.