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Rosa Benito: "La prostitución no es vender tu cuerpo, es hacer por dinero lo que no quieres hacer, y yo lo hice"

  • Rosa Benito confiesa su intento de suicidio, su depresión, su ingreso y su bajada a los infiernos: "Me tomé 15 pastillas"
Rosa Benito acaba de cumplir 69 años

La televisión es un ecosistema donde las luces son tan deslumbrantes como abrasadoras. La fama y el dinero que fluyen de repente y sin control queman a muchos más que el peor de los fuegos. Rosa Benito (Alicante, 4 de febrero de 1956) tiene cuatro hijos con Amador Mohedano. Fue una estrella de plató, se expuso, cobró mucho dinero por su papel y sufrió los inconvenientes de la popularidad salvaje. Conocida por haber estado casada con el hermano de Rocío Jurado y por haber sido cuñada de la fallecida cantante de Chipiona, ha participado en realitys como Supervivientes y Gran Hermano VIP en 2016. Los juguetes rotos de la descontrolada, tentadora y rentable fama televisiva tienen en quien fuera cuñada de Rocío Jurado un ejemplo de manual. "El cerebro me hizo 'clinc' y me descontroló", dijo. este viernes en uno de esos platós que pagan bien. Uno de esos que ha visto desfilar a muchas figuras que, en su paso por la pantalla, dejaron un destello fugaz o una llama duradera. En ese cosmos, Rosa Benito ha sido algo más que un personaje mediático. Ha sido una mujer que se transformó en mito colateral, orbitando la grandeza de Rocío Jurado, "La más grande". Pero, como los satélites que alcanzan su autonomía, Rosa no solo sobrevivió al estigma de ser "la cuñada de", sino que forjó una historia propia, alimentada de luces y sombras, errores y renacimientos.

Tras llegar a sus primeros 25.000 días, a sus 69 años, Rosa Benito ha regresado al ojo público, pero lo ha hecho desde otro lugar. Más serena, segura, renovada. "Cumplir años es vida, y yo quiero vivir", declaraba en ¡De viernes! Rosa se ha reinventado tantas veces que podría dar cátedra sobre cómo resurgir cuando todo parece perdido. "Mi corazón está vivo, hace pum pum", decía, dejando claro que las cicatrices del pasado no la frenan, sino que la impulsan hacia adelante.

"Me separé enamorada de mi marido"

Hubo un tiempo en que Rosa Benito era un apéndice de Rocío Jurado. Cuñada y peluquera de una leyenda eterna. Una sombra que peinaba a la estrella, recogía los restos de aplausos y limpiaba el camerino. Era una joven madre con gemelos en brazos y un futuro incierto cuando Rocío, con su arrolladora presencia, la invitó a formar parte de su mundo. "Trabajar con Rocío Jurado no era un lujo, era una prueba de resistencia", recuerda. La diva, imponente en el escenario, exigía lo mismo detrás de las bambalinas. Pero Rosa, que había crecido entre las adversidades de su infancia, nunca se quejó. Su hermana, apenas una adolescente, se quedó con sus hijos para que ella pudiera seguir a Rocío por los escenarios del mundo. "Si mi hermana no hubiera estado, yo no habría podido hacerlo", confesó. Y es que, para Rosa, la familia siempre fue una columna vertebral.

La relación con Rocío Jurado con la mujer de su hermano fue un vínculo profundo, complejo, casi maternal. "Rocío fue mi madre, mi hermana, mi amiga", dice, evocando aquellos años de complicidad y entrega. Pero también desmitifica cualquier idea de parasitismo. "Yo trabajé, yo me lo curré. Nadie me mantuvo", sentencia con vehemencia. Los años junto a "La más grande" fueron tanto un regalo como un desafío. Rocío era el núcleo gravitacional que mantenía a la familia unida, pero cuando esa fuerza desapareció, las grietas comenzaron a hacerse visibles.

Los conflictos familiares que surgieron tras la muerte de la artista y el huracán Sálvame

Tras el adiós de la Jurado todo cambió. Los conflictos familiares marcaron un antes y un después en la vida de Rosa. Herencias, distancias emocionales y reproches velados acabaron por desintegrar aquel clan que había compartido noches de éxitos y tardes de cocina en Chipiona. "Si ella hubiera estado viva, habría dado un manotazo y nadie habría hecho nada", asegura con tristeza. Pero la muerte de Rocío dejó un vacío que nadie supo llenar. Y luego vino el huracán Sálvame. Rosa se adentró en el programa como quien entra en un torbellino sin brújula. Lo hizo por necesidad, por un matrimonio que se había desmoronado y una situación económica asfixiante. Su paso por ese plató fue una entrada de dinero, mucha popularidad, y una montaña rusa emocional: risas, lágrimas, traiciones, catarsis en directo. "Estar en la prostitución no es vender tu cuerpo, es hacer cosas por dinero que no quieres hacer. Y yo lo hice", reconocía. Fue un lugar de dolor y aprendizaje, donde Rosa tocó fondo y aprendió a levantarse.

El divorcio de Amador Mohedano, padre de sus hijos y el hombre de su vida durante 40 años, fue un golpe demoledor. "Me separé enamorada de mi marido", confiesa. Pero ese amor, que alguna vez fue refugio, se había convertido en una cárcel emocional. Años después, Rosa habla de él con una mezcla de nostalgia y determinación. No hay rencor, solo el reconocimiento de que ambos siguieron caminos diferentes. "Es el padre de mis hijos y una persona importante en mi vida", dice con una serenidad que parece fruto de un largo proceso de reconciliación consigo misma.

Se casaron cuando Rosa apenas tenía 21 años, en el año 77. Se dieron el 'sí, quiero' en el templo de la Santa Faz de Alicante. Su romance comenzó porque Rocío Jurado contrató a Rosa como su estilista personal. Rosa y Amador estuvieron casados 35 años. Fruto de su matrimonio nacieron cuatro hijos: los mellizos Rosario y Fernando, Salva y Amador. En el año 2012, entre especulaciones de infidelidad por parte del hermano de Rocío Jurado, su matrimonio se acabó.

En su viaje hacia la independencia, Rosa tuvo que aprender cosas tan básicas como poner gasolina o sacar dinero de un cajero. "No sabía ni mirar los extractos del banco", admite. Pero esa vulnerabilidad inicial dio paso a una mujer que descubrió que podía valerse por sí misma. Hoy, Rosa Benito es actriz, algo que jamás habría imaginado. "Quién me iba a decir a mí que iba a hacer teatro. Es una bendición", comenta emocionada. El teatro, la vida, sus nietos. Todo forma parte de un presente luminoso que contrasta con los inviernos emocionales que atravesó. Porque Rosa no oculta su batalla contra la depresión, su ingreso en un centro psiquiátrico y su lucha por recuperar la paz mental. "El cerebro me hizo 'clinc' y me descontroló", dice. "En esos momentos tan oscuros de mi vida, cuando toqué fondo, porque toqué fondo, fondo, fondo, te miras en el espejo y dices '¿Perdona? Tú que has sido una mujer valiente, fuerte, luchadora, ¿contigo van a poder? Contigo no puede nadie", dijo sobre su intento de suicidio y su ingreso en un centro.

Pero en ese caos encontró la fortaleza para renacer. "Mi psiquiatra me dijo que siempre sería una persona enferma, como quien es ludópata o drogadicto. Pero yo decidí que nadie más me haría daño".

Hoy, Rosa Benito es una mujer que se mira al espejo y se reconoce. Una mujer que ha entendido que el amor propio es el pilar más sólido sobre el que construir cualquier vida. Una mujer que, después de haber sido satélite, sombra, peinadora, esposa, madre y personaje mediático, ha encontrado su propia luz. Una luz que, aunque titilante, ilumina su camino y el de quienes la miran con admiración. "Estoy en mi mejor momento", dice. Y, por primera vez, parece que sea verdad.

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