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María Adánez suplica el premio gordo del cine: "Que me den un Goya por favor"

Este sábado se abre con la antesala de los Goya, los premios Forqué, la veda de galardones, quinielas y demás movimientos del mundillo. Es muy oportuna por tanto la entrevista que Cristina Fernández le hace en La Razón a una de nuestras mejores y más queridas actrices. "Somos lo que hablamos, incluso cuando no sabemos qué decir", señala María Adánez, quien se ha convertido, gracias a su papel en La gramática, en la filósofa accidental de la lengua española.

Una mujer de la limpieza que, tras un accidente, deviene erudita de la RAE y empieza a lanzar preguntas existenciales como si fueran refranes del abuelo: "¿Somos lo que hablamos?", repite en la entrevista. Así que cuidado, porque si el martes usaste la palabra "chachi", puede que te estés definiendo como una reliquia de los ochenta. Y si sueltas anglicismos como "cringe" o "random", probablemente seas lo que llaman un alma errante de Instagram.

"Ser uno mismo es muy difícil… pero qué liberación cuando lo consigues"

Este titular tiene sabor a autoayuda de sobremesa, pero si lo dice Adánez con esa mirada capaz de vaciar el Mercadona un lunes, quizá sea verdad. María lleva años perfeccionando el arte de decir no y de practicar el desapego de lo superficial, sobre todo de los estándares estéticos de su profesión. "Los actores contamos historias, no somos modelos", sentencia, como si estuviera ajustándose una bata de laboratorio mientras desentraña el ADN del talento. Su secreto para sobrevivir al espejismo de la fama: vivir una "vida sencilla". Claro, sencilla… pero con premios, galardones y un retorno triunfal a La que se avecina. Así sí es fácil vivir en paz.

"Que se acaben las guerras y que me den un Goya, por favor"

A María le gusta pensar en grande, y por eso su lista de deseos para 2025 incluye lo que todos queremos pero nunca pedimos en voz alta: "que se terminen las guerras". Y, entre líneas, que se acabe también esa otra guerra que libra la comedia para ser tomada en serio. Porque si algo tiene claro esta actriz camaleónica es que hacer reír no es un chiste. Lo aprendió de Verónica Forqué: "Tienes que interpretar personajes con traumas para que te valoren de verdad." Y aunque lo ha hecho, María sigue defendiendo la comedia como un arte mayor, ese que ella domina con la naturalidad de quien lleva 48 horas sin dormir pero se planta en el plató diciendo: "Estoy en mi mejor momento".

Después de tres años de retiro, ha vuelto con todo: "Estoy empezando a ser yo misma más que nunca". O sea, imaginen el mejor cóctel de María Adánez: una pizca de Salomé, un toque de La Señorita Julia, una cucharadita de Belén (sí, la de Aquí no hay quien viva), y un chorro de mujer segura de sí misma, con hielo. Remuévanlo bien y sírvanlo en un teatro lleno, que la risa —como las buenas actrices— nunca pasa de moda.

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