La monja era un faro de luz en Milán. La hermana Anna Donelli, de 57 años, caminaba con su hábito blanco entre los barrios más grises y alejados del Duomo. Casi todos la conocían. Era la que traía esperanza a las celdas de San Vittore, la que repartía pan y consuelo en las calles más pobres. Decían que era una santa, una mujer de Dios. Pero ahora, esa misma mujer ha sido acusada de ser una aliada de la mafia más despiadada de Italia: la 'Ndrangheta.
El jueves por la mañana, la policía italiana llamó a la puerta de su convento en Brescia. No vinieron a rezar. Venían por la monja. Junto con ella, arrestaron a 24 personas más. Políticos, empresarios y matones. Todos conectados por una red de corrupción, drogas y sangre. El escándalo explotó como un cañón en la prensa.
La hermana Anna, la misma que había recibido el prestigioso premio 'Panettone de Oro' este año por su trabajo social, ahora está detenida y acusada de usar su bondad como máscara. La policía asegura que llevaba mensajes entre los mafiosos encarcelados y sus jefes en libertad. Un enlace silencioso, disfrazado de caridad, oraciones y rosarios.
El poder de la 'Ndrangheta
La 'Ndrangheta no es una mafia cualquiera. Nació en Calabria, en las montañas del sur de Italia, pero se ha extendido como un cáncer por todo el mundo. Drogas, armas, dinero. En todas partes dejan su marca. Pero la 'Ndrangheta no solo mata con pistolas y cuchillos. También sabe usar trajes caros y números falsos. En esta operación, las autoridades descubrieron un esquema financiero que olía a billetes sucios.
Facturas falsas por 12 millones de euros. Empresas que reducían sus impuestos y, a cambio, llenaban los bolsillos de la mafia. La policía confiscó casi dos millones de dólares en bienes. Autos, casas, cuentas bancarias. Pero no importa cuánto confisquen, la 'Ndrangheta siempre encuentra otra forma de ganar.
La caída de la hermana
En Milán, muchos no pueden creerlo. La hermana Anna era una figura sagrada, una mujer que vivía para los demás. Ahora, los mismos que le besaban las manos se preguntan si esa bondad era real o solo una fachada. Tal vez es una víctima de amenazas y chantajes.
"Era imposible sospechar de ella", dice un vecino en la RAI. "Siempre estaba ahí, ayudando. Nunca lo hubiéramos imaginado". Los investigadores no creen en milagros. Dicen que la mafia sabe disfrazarse como el Diablo. Puede vestirse como un empresario, un político, un sacerdote. O de monja.
Un país atrapado
Italia lucha contra la mafia desde hace siglos. Pero por cada arresto, por cada golpe, siempre parece que la hidra crece otra cabeza. La operación en Brescia es solo un capítulo más en esta guerra interminable.
El arresto de la hermana Anna es un recordatorio oscuro: incluso los símbolos de bondad pueden corromperse. Y en Italia, la 'Ndrangheta siempre encuentra una manera de infiltrarse, incluso en los lugares más sagrados.
La hermana Anna no ha hablado. Quizás rece. O quizás piense en cómo llegó hasta aquí. Mientras tanto, Milán, Brescia y toda Italia intentan entender cómo la luz de una monja pudo mezclarse con la sombra de una mafia que no perdona.