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Entramos en el palacio abandonado de Asma y Bashar al-Assad en Siria y descubrimos su nueva vida de exiliados millonarios en Rusia

Bashar al-Assad, el hombre que gobernó Siria con mano de hierro durante más de una década, ha abandonado su tierra. Huyó junto a su mujer y el resto de su familia a Rusia, dejando atrás un legado de destrucción y un palacio, una mansión en Damasco, otrora impenetrable, que ahora yace saqueada y vacía.

El barrio de al-Maliki, conocido por ser el más exclusivo de la capital siria, es, tras la revolución, un escenario de celebración y caos desde que los militantes de Jaish al-Islam han tomado el control de la residencia tras el colapso del gobierno de Assad. Este grupo islamista, con vínculos a Al-Qaeda, ha liderado la ofensiva relámpago que marca el fin de una era. La mansión es más que un palacio o un fortín: es un complejo de tres edificios de seis pisos rodeados de jardines perfectamente cuidados. Era más que una residencia: era un símbolo de poder. Habitaciones ostentosas que, hasta este fin de semana, estaban vestidas con las mejores alfombras y los muebles más lujosos. Todo ha sido saqueado por intrusos jubilosos: han arramplado con todo, desde ropa y vajillas hasta una bolsa de compras de Louis Vuitton.

"¡Todo está en oferta!", bromeaba un hombre en una cadena de televisión mientras rebuscaba entre los vestigios de la opulencia del clan Assad. En un video que rápidamente se viralizó, se ve a los invasores caminando entre las habitaciones, con sus rostros entre el asombro y la burla. "Estoy aquí tomando fotos porque no puedo creer que esté en su casa", comenta Abu Omar, un rebelde. Para muchos, la visita ha sido casi un acto de justicia poética. "Vine a ver este lugar del que nos excluyeron durante años mientras nos condenaban a la pobreza", dice Umm Nader, una mujer que paseaba por la mansión con su esposo.

La imponente residencia, ahora saqueada y abandonada, se ha convertido en un vestigio de una época acabada. Pero las luces y la calefacción aún funcionan, un contraste amargo con los apagones constantes que padecen la inmensa mayoría de los ciudadanos sirios.

El 'Palacio del Pueblo', la otrora residencia oficial de Assad ubicada en la ladera del Monte Mezzeh, también está a merced de los revolucionarios. Diseñado por el arquitecto japonés Kenzo Tange y construido con mármol de Carrara y portones de bronce, creados por el artista sirio-judío Maurice Nseiri, este monumento al autoritarismo fue encargado por Hafez al-Assad en 1979. En su momento, el padre del sátrapa ahora huido a Rusia recibió a delegaciones internacionales y fue escenario de cumbres históricas, como la reunión con el presidente Bill Clinton en 1994. Ahora, es solo otra reliquia de un régimen en ruinas.

El exilio dorado en Moscú: los Assad tienen 20 apartamentos de lujo en la capital rusa

Mientras las calles de Damasco se llenan de multitudes celebrando su partida, Assad y su familia ya están en su refugio en Moscú, bajo la protección de Vladimir Putin, que ha autorizado personalmente el exilio. El presidente sirio escapó por túneles secretos que conectan el palacio con el Aeropuerto Internacional de Damasco, según ha desvelado Rami Abdel Rahman, del Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

En Rusia, la familia Assad comienza una nueva vida, asegurada por su inmensa fortuna, estimada en 2.000 millones de dólares. Durante años, compraron en silencio al menos 20 apartamentos de lujo en Moscú, valorados colectivamente en más de 30 millones de dólares. Estas propiedades, situadas en el prestigioso complejo 'City of Capitals' del distrito financiero de la ciudad, les garantizan una renta colosal para disfrutar de una vida de confort lejos del caos sirio.

El 'City of Capitals', que alguna vez fue el edificio más alto de Europa, es un emblema de opulencia, con vistas panorámicas y acabados de primera línea. No está claro si la familia vivirá en uno de estos apartamentos o en una residencia gestionada por el gobierno ruso, pero tienen garantizado un nivel de vida de multimillonarios.

Asma al-Assad, nacida en Londres, siempre ha sido conocida por su gusto por la extravagancia. En 2012, correos filtrados revelaron que gastó 350.000 dólares en decoración en su palacio presidencial mientras Siria se desangraba en guerra. Moscú será un escenario natural para continuar con este estilo de vida, alimentado por activos escondidos en cuentas offshore y propiedades. Incluso el hijo mayor, Hafez, mantiene la conexión con Rusia. Recientemente completó un doctorado en matemáticas en la Universidad Estatal de Moscú, consolidando los lazos de la familia con el Kremlin.

El futuro incierto de Siria

Mientras los Assad se acomodan en su exilio, Siria enfrenta un panorama desolador. La caída de Damasco en manos de Jaish al-Islam deja al país en manos de una facción conocida por su ideología islamista radical. Las minorías religiosas, especialmente los cristianos, protegidos durante años por el régimen secular de Assad, ahora temen por su supervivencia en un país fracturado por la guerra y el colapso económico.

Lo que queda es un país dividido entre los escombros del pasado y las incógnitas del futuro, mientras el nombre de Bashar al-Assad se convierte en sinónimo de huida y decadencia.

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