Íñigo Errejón ahora ha dimitido de todos sus cargos y está fuera de la política tras ser acusado de acoso sexual por la actriz Elisa Mouliaá. Pero hace algo más de cinco años, el ex diputado era un number one de la izquierda y creó su propio partido para ser líder: destrozó a Podemos hasta el punto de hacer llorar, y mucho, durante horas, a Irene Montero y a Pablo Iglesias, sus compañeros de partido hasta entonces. Así recuerda su noche triste la ex ministra y ahora eurodiputada en su autobiografía, en la que repasa los últimos diez años de su vida. Errejón pasó de cabeza de lista de Podemos para las elecciones autonómicas en Madrid a aliarse con Manuela Carmena y anunciar que concurrirá a esas elecciones en su iniciativa Más Madrid. Para Irene Montero fue una jugarreta imperdonable, que puso una situación difícil al partido morado y le llevó al borde de su desaparición, después de éste y otros muchos navajazos de la izquierda cainita.
Pero el eco de las palabras de Irene Montero en su recién publicado Algo habremos hecho resuena no como una venganza sino como un diario íntimo que intenta desbrozar el espesor de la política, dejando entrever los claroscuros de su vida personal. La obra, como un lienzo impresionista, dibuja a brochazos los momentos más cruciales de su carrera, los acantilados emocionales de su vida familiar, y las cimas y valles compartidos con Pablo Iglesias.
Con una dedicatoria que rinde homenaje a los pilares de su existencia —sus hijos y Pablo—, Montero comienza su relato con el entusiasmo de quien ha sobrevivido a la tormenta. En sus páginas iniciales, recuerda con aparente franqueza sus primeras impresiones de aquel hombre que en principio le resultó distante, aunque pronto se convirtió en su aliado, compañero y, más tarde, en su amante y en el padre de sus hijos. "Me admiraba su capacidad para decir lo que nadie se atrevía, para construir argumentos que te hacían sentir profundamente orgullosa", escribe con una mezcla de admiración y nostalgia. "A Pablo ya le conocía todo el mundo, no podía hacer nada en su vida fuera de la mirada del otro. Todos le querían conocer, pasar tiempo con él. Perdió su intimidad y también se estrecharon enormemente sus posibilidades de decidir sobre su propia vida", recuerda. "Eran recurrentes los titulares y bulos sobre si Pablo y yo seguíamos o no siendo pareja, sobre si vivíamos o no juntos, sobre infidelidades y otras cuestiones relativas a nuestra privada", denuncia. También se sintió agredida cuando se hicieron públicas las imágenes de la ecografía de su primer embarazado sin su consentimiento o la persecución que vivieron con el chalet de Galapagar, aquel que les llevó a hacer un estrambótico referéndum en su formación que hoy se ve como patético.
La verdad es que el relato de Montero no rehúye las grietas. Evoca con dolor el verano de 2017, cuando su padre enfrentó un cáncer de páncreas. "Llegaste temprano a una muerte que no era la tuya", fue la frase que le dedicó entonces. La enfermedad y posterior muerte de Clemente Montero marcaron, dice, una de las etapas más oscuras de su vida. Sin embargo, la vida, como suele hacer, tejió hilos de luz: semanas después, nacieron sus mellizos Manuel y Leo en un parto prematuro de 25 semanas. "Aquel día —recuerda—, Pablo fue el mejor compañero y padre que podía tener a mi lado". La vida de sus hijos, frágil pero luminosa como un amanecer, encendió aquel año de penumbra.
La maternidad de Montero se despliega en el libro como un acto de resistencia. Llevar a su hija Aitana, recién nacida, a los mítines y mantener a su familia unida bajo el asedio mediático son capítulos que parecen salidos de una novela de resistencia contemporánea. A lo largo del texto, Montero denuncia lo que ella considera bulos, invasiones a su privacidad o violencia política contra ella y cuenta cómo intentó romper lo que ella llama "un hogar lleno de belleza".

La noche en que Pablo Iglesias y ella lloraron juntos como nunca antes por culpa de la decisión de Íñigo Errejón
En un pasaje revelador, Montero recuerda la noche en que Pablo Iglesias y ella lloraron juntos como nunca antes por culpa de la decisión de Íñigo Errejón de presentarse a las generales, una traición que los hizo tambalear. "Por primera vez nos planteamos dejarlo todo. No podíamos más, nos íbamos". Pero eligieron quedarse, sostenerse mutuamente y resistir.
Entre las líneas de Algo habremos hecho emerge un retrato de Montero más allá de la ministra, más allá del activismo. Escribe su libro como un acto confesional, trata de imprimir el tono de un alegato sobre el amor y la política pero también sobre la maternidad vivida al filo de la intemperie. "Con tanta violencia política —escribe al final— he aprendido a disfrutar más de la vida". En esta confesión se adivina a una mujer que ha encontrado motivos para celebrar después de decepciones, frustraciones y traiciones. Ahora, el palacio de invierno que tiene que asaltar está en Bruselas. Es eurodiputada y vive a caballo entre Madrid y la capital belga.
Esta semana agradecía así el apoyo recibido en la presentación del libro: "Gracias a todas las personas que me acompañasteis ayer presentando "Algo habremos hecho". Es mi primer libro y lo he escrito con la convicción de que el feminismo lo está cambiando todo y de que juntas podemos cambiar todo lo que tiene que ser cambiado. Porque tenemos derecho a hacer posible lo que nos dicen que es imposible y a hacer crecer la esperanza. Pues eso.