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Isabel Pantoja "será más abuela" de la bebé de su sobrina Anabel que de la criatura que espera su propia hija: "No es su sangre"

En un giro de eventos que parece extraído de un culebrón de intrigas y emociones profundas, Isa Pantoja, la hija de Isabel Pantoja, ha anunciado su embarazo previo pago de una exclusiva y enseña la tripa en la portada de Lecturas. La noticia de que la hermana adoptada de Paquirrín será madre por segunda vez llega en medio de una relación desgarrada y cargada de resentimiento con su madre. Con esta buena nueva, el destino ha desplegado sus cartas para un nuevo capítulo en la saga del clan vapuleado Pantoja, poniendo aún más al descubierto el abismo de una familia demolida por el mal carácter, el odio, el egoísmo, el apego al dinero o la mala educación de alguno de sus célebres miembros y dejando entrever heridas aún sin sanar y amores divididos.

Todo comenzó la semana pasada, en el mismo día en que Isa cumplía 29 años, un cumple que no celebró rodeada de su famosa familia, sino en la intimidad de su Asraf, que "lo flipa" con ser padre, y de quienes ahora forman su círculo. En un nuevo ejercicio de subasteo de la vida privada, llega esta revelación: Isa descubre su embarazo, un regalo de vida que llega como un rayo de esperanza, como una chispa de felicidad (aparte del dinerito de la exclusiva) en un año marcado por los recuerdos dolorosos y la ausencia de una madre que dudamos siga siendo la figura central de su existencia, siquiera lejana.

Desde el momento en que Isa ha hecho público su embarazo, nos hemos puesto en marcha para conocer las reacciones a la noticia: desde el entorno de Irene Rosales nos llega que ha sido recibida "con cautela" y nos confirman que sus propios familiares eran ajenos a la información: incluido su hermano Kiko, su prima Anabel y por supuesto la matriarca del clan Pantoja. La tonadillera se ha enterado de la buena nueva junto con el resto del mundo y la querida prima de Isa no fue una excepción. Sin embargo, lo que para Isa representa la oportunidad de sanar y reconstruir, para Isabel Pantoja parece ser solo una noticia lejana, una declaración de amor materno que ella no ha decidido, o no ha sido capaz, de abrazar.

Y es que, según nos vaticinan, Isabel Pantoja está sin duda más volcada en su rol de "abuela" de la hija que su sobrina Anabel espera en las próximas semanas que de la criatura que espera su propia hija adoptada. "Es terrible decirlo así pero para esa gente, que son los de la prueba de si la niña era virgen o los de la ducha purificadora", nos dicen, "este vínculo tiene un matiz diferente, algo que trasciende la relación familiar entre primas". Porque, como asegura una persona que pasó muchos años cerca de Isabel, "ella sentenciará que esa niña (la de Anabel) será su sangre", mientras que "la criatura que Isa lleva en su vientre no parece generar en ella el mismo sentimiento de pertenencia". Es terrible y no es de extrañar que sabiendo eso nunca se borren ya las heridas del pasado, el dolor de una relación fracturada por decisiones y el peso de las expectativas que jamás se cumplieron. Los conflictos familiares han marcado profundamente esta distancia.

Desde que Isa confirmó su embarazo, las emociones han estado a flor de piel. Nos dicen que esta nueva vida que crece en su interior "le ha salvado la vida" y sus propias palabras dan cuenta del torbellino de sentimientos que atraviesa Isa. La hija de Isabel Pantoja ha confesado que, al descubrir que estaba embarazada, sintió una catarsis, una sanación de años de dolor. Se trata de una redención silenciosa, una declaración de independencia emocional frente a un pasado que, aunque duele, empieza a quedar atrás.

En sus declaraciones, Isa muestra un temple que antes no había sido evidente. Los meses de espera y los momentos de soledad han hecho que Isa contemple este bebé como un renacer, como la oportunidad de brindarle a alguien más el amor y la seguridad que ella siempre quiso de su madre. Sin embargo, el contraste es innegable: mientras Isabel parece destinar toda su atención y apoyo al embarazo de Anabel, a la espera de esa nieta que considera propia, Isa ha tenido que aceptar que, tal vez, ese lazo no se replicará con su propio hijo. "Es duro ver cómo mi madre se distancia, cómo en estos momentos decisivos para mí su amor parece estar en otro lado", confiesa Isa en la entrevista, en un tono sereno y decidido. Su semblante refleja la aceptación de una realidad que, aunque difícil, la ha fortalecido.

Isa, en medio de esta travesía, ha encontrado en su Asraf el soporte que necesitaba, una presencia constante y cálida que compensa, al menos en parte, la ausencia de la mujer que la trajo al mundo. La vida, imprevisible y poderosa, ha querido que Isa enfrente la maternidad en un momento en el que se siente más sola que nunca respecto a su familia de sangre, pero decidida a construir un hogar donde el amor no tenga condiciones ni restricciones.

Este es el año de Isa Pantoja. La llegada de su hijo no solo le ofrece la oportunidad de sanar, sino también de reinventarse, de encontrar su lugar en el mundo. Su madre, Isabel Pantoja, seguirá siendo una figura monumental en su vida, un referente de fuerza y sacrificio, pero tal vez nunca será la abuela presente y protectora que el hijo de Isa conocerá. En cambio, Isa se ha prometido a sí misma que será para su bebé todo aquello que siempre anheló tener. En las palabras de Isa, resonantes y llenas de resolución: "Este bebé me ha salvado la vida".

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