Gente

Tamara Falcó y la repugnante moda de hacerse fotos en el barro de Valencia

En este desfile moderno de humanitarismo de Instagram, donde cada gesto solidario parece calibrarse con la frialdad de un algoritmo, Tamara Falcó y otros influencers han decidido estrenarse en una suerte de caridad fotogénica, como si el barro de Valencia fuese el escenario de un nuevo reality show. No hablo aquí del barro de los campos, ese lodazal que el río Júcar arrojó sobre pueblos y casas humildes tras la DANA, sino del barro metafórico: el lodo en el que algunos parecen hundirse con gusto para demostrar que 'hacen algo'. Porque hoy, ayudar no basta, hay que ayudar en público, con el barro bien visible para que todos vean el sacrificio.

Cada desastre natural en este país parece haberse convertido en una oportunidad para llenar timelines de fotografías dramáticas, en las que el glamour y la tragedia se dan la mano. Vemos a Tamara y compañía en sus poses calculadas: un pantalón roto, una camiseta 'casual' y unos gestos de sufrimiento, como si su sola presencia redimiera el dolor. Así, el barro se vuelve un accesorio más, como el bolso de temporada. No importa si realmente alzan una pala o si sus manos tocan siquiera el agua lodosa; lo importante es tener el gesto justo, la cara de pesar medida. Una lágrima, quizás. Todo para la cámara.

Y mientras unos se enlodan con clase, otros los ven desde el sofá, apuntando el dedo. Es fácil hoy quedarse en casa y acusar a quienes aparecen en redes, entre lágrimas y lodo, como si esa fuera la única forma de aportar algo. Como si colgar una imagen fuera la única prueba de compasión. Y ahí está el error. Porque mientras Tamara posa en el barro, personas como Aitana han optado por una ayuda silenciosa, anónima, sin luz de focos ni aplausos virtuales. Ella dona en privado, sin convertir la tragedia en una pasarela de likes.

A veces me pregunto si no estamos todos atrapados en este ciclo de bondad en alta definición, donde ayudar solo cuenta si lleva filtro. Y al fondo, un eco cínico y muy español de "qué se le va a hacer, si en este país todo es postureo". Porque hasta la solidaridad parece haberse convertido en un acto teatral, en el que las celebridades llegan, posan y se van; los medios amplifican el eco de sus nombres y la audiencia se embriaga de esa mezcla tóxica de indignación y devoción. La tragedia convertida en espectáculo de sobremesa.

Cada vez que veo una nueva publicación, no puedo evitar un suspiro amargo. Pienso en quienes realmente están ahí, sin alardes, sin aplausos. En los bomberos, en los voluntarios silenciosos que pasan desapercibidos bajo el barro real, sin necesidad de publicitarlo. Pienso también en la indiferencia sutil de ciertos rostros que antes despreciaban esos pueblos de barro y adobe, pero que hoy encuentran en ellos el último rincón donde resucitar su popularidad.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky