El caso de Gennaro Sangiuliano se ha convertido en un gran culebrón. Un culebrón que tiene contra las cuerdas al Gobierno de Giorgia Meloni. El ministro de Cultura italiano admitió haber mantenido una relación sentimental (pese a estar casado) con la influencer Maria Rosaria Boccia. Sin embargo, el político negó haber usado fondos públicos para los gastos de la creadora de contenido y afirmó que había pagado los gastos de la relación "de su bolsillo".
Asimismo, el ministro aclaró a través de una carta publicada en el medio italiano La Stampa que la presencia de Boccia en el parque arqueológico de Pompeya con motivo de la próxima celebración de G7 de Cultura no tenía ningún componente institucional. También aseguró que no se trataron cuestiones de seguridad.
Mientras, la influencer desmintió la versión de Sangiuliano e insistió en que fue nombrada por el propio ministro como asesora para grandes eventos. "Nunca he pagado nada. Siempre me dijeron que el Ministerio reembolsaba los gastos de los asesores, hasta el punto de que todos los viajes los organizaba siempre el secretario jefe del ministro", manifestó en su cuenta de Instagram.
También, Maria Rosaria Boccia insinuó que había participado en reuniones relacionadas con el G7. "¿Nunca hemos celebrado reuniones operativas? ¿Nunca hemos hecho inspecciones? ¿Nunca hemos intercambiado información?", sentenció.
Este escandalo, bautizado como caso Boccia, ha salpicado a Giorgia Meloni. No obstante, pese a la presión de la oposición, la primera ministra rechazó este miércoles la dimisión de Sangiuliano. Esa misma tarde, al inicio del Consejo de ministros pidió a su gabinete que "no cometiera errores" porque "los estaba juzgando la historia". Poco después, el ministro italiano compareció en el informativo de máxima audiencia de la Rai para pedir perdón a su esposa.
