Se llama Miriam González, es vallisoletana, abogada y esposa de Nick Clegg, que fue viceprimer ministro británico entre mayo de 2010 y mayo de 2015. Ella mejor que nadie sabe lo que estar en el foco de la oposición política y mediática, pero ni se quedó en casa para proteger a su marido (como hizo Viri, esposa de Mariano Rajoy) ni tampoco protagonizó una polémica como la de Pedro Sánchez y su mujer, que no es baladí. De conducta intachable, afirma: "Si yo hubiera hecho lo de Begoña Gómez, me queman viva en Trafalgar Square".
La letrada, experta en Derecho Internacional y fundadora de España Mejor, ha asegurado que "hay pocas dudas de que hay una apariencia de irregularidad porque (Begoña) Gómez supuestamente ha escrito cartas de apoyo a empresas en licitaciones para fondos públicos" y que el conflicto de intereses es evidente: "Sánchez culpa a la oposición y a la extrema derecha de la presión pública sobre su esposa, pero también debería culparse por no haber puesto en marcha un sistema que la hubiera protegido a ella". Y asegura: "Si Gómez fuera la esposa de un primer ministro británico, las acusaciones habrían sido resueltas fácilmente por la Oficina de Propiedad y Ética según el código de ética ministerial del Reino Unido. Como ocurrió con Cherie Blair o incluso conmigo misma. La Oficina de Propiedad habría garantizado que existiera un sistema preventivo para inhibir al primer ministro de cualquier decisión que pudiera ser directa o indirectamente relacionado con el trabajo de su esposa", ha explicado en Antena 3.
Miriam González ha asegurado que en España "no existe un sistema efectivo para manejar los conflictos de interés de las familias y cónyuges de los políticos" y ha expuesto su caso personal: "Al día siguiente de que se acordara la coalición británica, nos sentaron a Nick y a mí y nos dijeron que, como yo era abogada, me iban a poner un sistema en el que yo tenía que comunicar con qué empresas contactaba, no solo cuáles eran clientes sino clientes potenciales, y así nosotros, como administración, retiramos a tu marido de cualquier tipo de decisión que puede afectar directa o indirectamente a esas empresas", ha explicado. "También nos recomendaron muy fuertemente, y cuando te dicen eso los británicos, que no son muy emotivos, te quedas un poco rígida, que lo dejara incluso si no había conflicto pero podía parecerlo".
Por último, la abogada ha señalado a Sánchez y le ha instado a que tome medidas: "El problema no es regular el papel de las esposas de los primeros ministros sino el papel de los presidentes y ministros. Si se pide desde el Gobierno que las empresas tengan códigos éticos y de conducta no sé por qué no se lo pedimos al Gobierno, al presidente y a los ministros. El problema es de ellos, no de sus parejas".
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