Carlo Costanzia (31) y Alejandra Rubio (23) han sido fotografiados comiéndose a besos, abrazándose y jugando con las manos en lo que parecía ser una cita en un centro comercial de Madrid. Las imágenes causaron este martes una gran sorpresa, especialmente después de que el joven saltara a los titulares por hablar sobre su difícil pasado familiar y sus problemas con la justicia (lleva una pulsera telemática). Tras la pillada, la influencer aclaró este martes que no están "saliendo", ya que únicamente se están "conociendo". En su primera aparición ante la prensa tras saltar la noticia, el modelo ha sido rotundo y escueto en palabras.
"No os puedo ni os quiero decir nada... Muchas gracias por vuestro trabajo. Lo entiendo, lo comprendo. Y nos vemos mañana en la Fashion Week", han sido las palabras que el hijo de Mar Flores y Carlo Costanzia ha compartido este miércoles tras ser preguntado al respecto.
Después ha confirmado que entre ellos hay una buena relación, aunque sin dar más detalles. "Nos conocemos", se ha limitado a responder. "No tengo nada que hablaros de eso, es una portada, la próxima vez intentaré hacerme yo las fotos para sacarme yo el dinero", ha añadido, insistiendo en que no quiere hablar de "cosas personales" y pidiendo que se respete su "privacidad". "Feliz San Valentín a todos los enamorados", ha bromeado.
El protagonista de Toy Boy cumple desde el pasado mes de septiembre con una condena de 21 meses por un delito continuado de estafa agravada relacionada con la venta de coches de alta gama. El joven siempre debe llevar una pulsera telemática que controla todos sus movimientos a través de un GPS.

Problemas con la justicia
El artista siempre ha defendido su inocencia y asegura que fue engañado por el que era su socio. "Siempre creí que el negocio era lícito", llegó a declarar. Prueba de ello es que ha devuelto gran parte de la cantidad estafada a las víctimas para reparar el daño.
No es la primera vez que tiene problemas con la justicia, ya que en octubre de 2022 entró en un centro penitenciario tras ser parado en un control de tráfico. Por aquel entonces se le concedió un régimen de tercer grado tras el que se le obligó a desplazarse con la pulsera telemática.
"No quiero justificar mis hechos, sino que cuando cometo estos delitos no estoy ni en mi sano juicio ni en mis cabales. Lo digo también, en cierto sentido, con vergüenza. No me alegro de haber tenido todos los problemas de adicción que he tenido durante toda mi vida, me alegro de haberlos superado y me alegro de que, a día de hoy, esté completamente limpio", explicó en televisión. Ahora, se encuentra en un proceso de rehabilitación para acabar con sus adicciones.
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