La presunta víctima del ex de Lara Dibildos es una mujer brasileña de 37 años. Conoció al abogado poco antes de su ruptura con la actriz y mantuvieron una intensa relación hasta el pasado viernes, cuando ella abandonó la casa de Conde-Pumpido para denunciarle en la Jefatura Superior de la Policía de Madrid: "Quiero denunciar lo que me ha ocurrido en la casa de Cándido Conde Pumpido hijo entre las cuatro y las diez de la mañana del viernes 3 de noviembre".
Así comienza la declaración contra el letrado, al que la presunta víctima conoció a las puertas de una discoteca: "Conocí a Cándido hace unos 15 días a la salida de la discoteca Opium de Madrid. Me pidió el teléfono y comenzó a conversar conmigo. Me decía: 'Me gustas mucho'. Luego ya nos vimos varias veces en su casa o en la mía". El miércoles 1 de noviembre, ella fue al domicilio de Cándido: "Al llegar me encontré a Amigo 1 y más tarde, sobre las cuatro de la madrugada llegó Amigo 2. Los dos trabajaban para Cándido. Cuando estaba en la habitación con Cándido y uno de los amigos, llamó el otro y mientras me tocaban por todo el cuerpo los tres, me decían: 'Queremos hacer una fiesta contigo", recoge la demanda, publicada por El Debate.
El relato continúa: "Los tres comenzaron a tocarme por todo el cuerpo, los pechos y los glúteos, mientras me decían: '¡Qué buena estás!'. Yo les respondí: 'Estáis locos. Yo no quiero hacer nada (de sexo)'. Aun así seguían, sobre todo uno de ellos. Les dejé muy claro que no quería hacer nada con ellos tres". La mujer salió corriendo y se refugió en el dormitorio del abogado: "Cándido me persiguió y me cogió del pelo. Me metió en otra habitación, me tiró a la cama y luego se subió y empezó a morderme el cuello. Yo le decía que no quería porque estaba ofreciéndome a sus amigos. Me arrojó a la cama y me forzó sin preservativo".
Según la versión de la supuesta víctima, el ex de Lara Dibildos había consumido medicación y drogas: "Cándido estaba incontrolado, irreconocible. A veces me decía que me quedara y otras que me marchara. Hubo un momento que le llamó su madre y le preguntó por qué no había ido al psiquiatra y ahí se descontroló. Él consumía drogas. Mezclaba tusi, con keta y coca. En el momento de la agresión forcejeé con él para que parara, pero no lo hizo hasta que se levantó y se marchó. Después vino uno de sus amigos con intenciones de mantener relaciones conmigo. Me vio llorando y le dije que se marchara, que no quería hacer nada con él".
Finalmente, abandonó la vivienda: "Después salí a al jardín para llamar a un taxi y vi que me faltaba el pasaporte. Llamé a Cándido para poder entrar, pero no me dejó pasar. En ese momento llamé a la policía".
Un delito contra la intimidad
El denunciado ha aportado, como prueba de su inocencia, las imágenes que registraron durante esas horas las cámaras de seguridad de su vivienda y que no se corresponden con la versión de la denunciante: "Me percaté de que había una cámara pequeña escondida en la parte superior del cabecero de la cama, entre unas luces de color rojo. Le dije: '¿Qué hace esa cámara ahí?'. Él me respondió: 'No graba, si quieres la puedes romper'. Hay cámaras por toda la casa. Pienso las veces que estuve grabada y lo tiene él todo, no sé si se las queda o las comparte con amigos".
La cuestión de las cámaras podría complicar, aun más si cabe, la situación judicial de Conde-Pumpido, que ha sido ingresado este miércoles en el ala psiquiátrica de un hospital de Madrid. Esta mujer brasileña insinúa que no fue la única a la que pudo grabar sin consentimiento: "En una ocasión me encontré en casa de Cándido una cartera con documentación de una mujer brasileña que conocía. Le pregunté qué hacía eso allí y me explicó que en una ocasión invitó a unos clientes albaneses del ámbito jurídico a su domicilio y fueron unas mujeres brasileñas".
Según YAS, la abogada de la presunta víctima podría estar elaborando una nueva estrategia basada en un delito por vulneración contra la intimidad: "Por haberla grabado sin su permiso".