El conflicto en Oriente próximo está provocando que cada vez más ciudadanos pidan la dimisión del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu. Desde casi treinta años, el político acumula una trayectoria política conflictiva a la que se suman algunos escándalos relacionados con su vida sentimental. Una muestra de ello es la gran crisis que el dirigente atravesó con su esposa, Sara Netanyahu.
Cuando Netanyahu pasó a ser, a comienzos de 1993, viceministro de Asuntos Exteriores, disputando las primarias del Likud (partido de la derecha israelí), una llamada telefónica aplacó su tranquilidad. Y es que, a punto de celebrarse las elecciones internas, su tercera esposa descolgó el teléfono para recibir una información que no esperaba: su marido le estaba siendo infiel con una colaboradora.
Este extraño avisó de que existía un vídeo donde el político aparecía manteniendo relaciones sexuales con su amante. Unas imágenes que terminarían siendo difundidas si este no renunciaba al liderazgo del Likud. Sara rompió con Netanyahu y lo echó de casa, ajena al chantaje.
El equipo de Netanyahu le aconsejó denunciar discretamente a la Policía y esperar acontecimientos. Sin embargo, lejos de hacer demasiado ruido, este confesó en televisión su relación extramatrimonial, desveló el chantaje y rechazó las acciones de sus rivales internos.
Unas semanas después, Netanyahu se reconcilió con su mujer y, para más inri, ganó las primarias del Likud. Tres años después, tras el asesinato del primer ministro Isaac Rabin y la implosión de los acuerdos de paz de Oslo entre Palestina e Israel, pasó a ser primer ministro.
Este trauma supuso que el matrimonio llegara a una serie de acuerdos a través de sus abogados: "Redactó un acuerdo de reconciliación que sigue vigente. Según la leyenda urbana, Bibi no puede hacer nada sin el permiso de su mujer, no puede ir a ningún sitio sin ella, no puede contactar con otras mujeres sin su conocimiento, etc", explicó Ben Caspit en The Netanyahu Years.
"Nadie ha visto nunca ese papel pero, tras el acuerdo, Bibi regresó al domicilio conyugal y Sara se convirtió en una esposa como ninguna otra: ahora era la máxima directora ejecutiva de todo. En retrospectiva, el asunto del vídeo causó un trauma emocional severo a Sara, las relaciones entre ellos cambiaron por completo. A medida que pasan los años, la línea divisoria entre sus personalidades se ha desdibujado… se han fusionado en una sola personalidad política", añadió.
Entre idas y venidas, Netanyahu lleva 15 años en su cargo, y en todos ellos a estado a su lado su mujer. Actualmente se ha visto a Sara en la mayoría de los compromisos públicos del político. De hecho, se dice que esta tiene acceso total a su agenda y que examina los nombramientos del personal. No obstante, son muchos los que critican que el matrimonio afecte a las responsabilidades del mandatario como primer ministro.
Por ejemplo, Netanyahu decidió nombrar ministra a Limonr Livnat (vetada por su esposa, pero a la que Netanyahu debía asumir para respetar los equilibrios en el partido), así que lo hizo en secreto. Unos años después, Ayelet Shaked, otra enemiga de Sara, fue nombrada ministra de Justicia. Netanyahu nunca se reunió en privado con ella.
Estos hechos, junto con otras polémicas, han provocado que, además, la imagen pública de Sara fuera empeorando a pasos agigantados. Por el momento siguen juntos, y parece que, pese a sus diferencias, no pretenden soltarse la mano.