Fernández Tapias llevaba dos años inhabilitado: su mujer y Florentino Pérez le tutelaban

La última polémica que ensombreció la vida de Fernando Fernández Tapias, fallecido este miércoles a los 84 años, fue su batalla judicial contra sus hijos mayores: Fernando, Borja e Íñigo, que son fruto de su primer matrimonio con Chiqui Riva de Luna, relación de la que también nació Bosco, que falleció en 2010 tras un accidente buceando.

Sus vástagos mayores le demandaron en 2021 para incapacitarle legalmente e impugnar así el trasvase de poderes que había iniciado meses antes en su conglomerado empresarial. Hay que recordar que Fernández Tapias cesó a los mayores a favor de sus otros hijos Juan Carlos y Sandra, nacidos de sus segundas nupcias con Juana García-Courel. Nuria González, a su vez, pasó a tener un papel muy importante en sus empresas también, tal y como han recordado este jueves en Así es la vida: "La nueva y joven mujer del empresario se convertía en una de las principales administradoras de la empresa".

La versión que se conocía hasta ahora era que la justicia le dio la razón al vicepresidente primero del Real Madrid y desestimó la demanda de incapacidad por considerar que el naviero seguía teniendo pleno uso de sus facultades. Sin embargo, la cuestión no terminó aquí, porque los hijos recurrieron dicha sentencia y ante la posibilidad de que la guerra se alargara hasta llegar al Supremo, Fernández Tapias aceptó una inhabilitación parcial, según ha adelantado Así es la vida. La sentencia final limitaba la incapacidad a dos áreas: médica y de salud, que quedó bajo la tutela de su esposa, Nuria González; y a las habilidades económico-jurídico-administrativas necesarias para administrar su patrimonio y sus bienes materiales, que quedaron bajo la tutela de Florentino Pérez. El presidente del Real Madrid renunció a su cargo un tiempo después y fue otro amigo de la familia quien ejerció de tutor y asumió la curatela. Es decir, Fernández Tapias tomaba las decisiones que consideraba oportunas y el tutor las revisaba.

Coinciden en que fue una estrategia por parte de Fernández Tapias para proteger a su familia y su patrimonio, valorado en más de 3.000 millones de euros: "Fue una jugada muy inteligente por su parte", ha dicho Ana Rosa, muy amiga de la familia.