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El dolor de Terelu tras sentirse juzgada por subastar las pertenencias de su madre: "¿Esto qué c... es?"

Desde que el pasado 5 de septiembre la matriarca del clan Campos falleciera, Carmen Borrego y Terelu Campos no han vuelto a ser las mismas. Casi dos meses después de su muerte, han afrontado una de las tareas más difíciles del duelo: vaciar la casa de su madre. Algunas de sus pertenencias, como muebles de estilo clásico y algún que otro cuadro, serán subastadas en el mismo anticuario al que ya acudió la periodista malagueña en 2019 tras poner en venta su mansión de Molino de la Hoz.

Terelu se ha sentido juzgada a lo largo de estos días: "Me llama mucho la atención todo el interés que se genera alrededor de mi hermana y de mí. Es como si fuéramos las únicas personas que tenemos que desmontar una casa después del fallecimiento de una madre. Tengo la sensación de que casi se nos empuja a pedir permiso y se nos exige comunicar lo que vamos o no vamos a hacer con las cosas de nuestra madre", escribe en su blog de Lecturas este miércoles.

En este sentido, ha explicado que han hecho algo de lo más normal: "Cuántas personalidades del mundo del teatro, del cine, de la comunicación o, en definitiva, cuántos de los grandes de nuestro país se han ido de este mundo, y yo no he visto esa insistencia de la que hablo en sus familiares. Hablo de pedirles explicaciones de lo que hacen o no hacen con lo que sus padres tenían en sus casas. Nosotras somos una familia más de las millones que hay en este país o de las cientos de millones que hay en todo el mundo", lamenta.

De esta forma, la hija mayor de María Teresa Campos pide un poco de empatía: "Quien haya pasado por esta situación sabe que desmontar la casa de alguien querido es un momento desagradable, triste o, mejor dicho, muy triste, porque está lleno de situaciones y de sensaciones muy diferentes. Hablo, por ejemplo, de cuando coges una foto y te despierta una sonrisa porque te recuerda un momento bonito o de cuando tocas una prenda de ropa y sientes su ausencia".

Pese a no tener que hacerlo, ha dado explicaciones: "Mi madre pasó de vivir en una gran casa de casi 1.000 m² a un piso normal, ni muy grande ni muy pequeño. Lo suficiente para tener las comodidades que necesitaba. Lógicamente no se pueden meter los muebles de un chalet de esas dimensiones en un hogar más pequeño. De ahí que ella tuviera que deshacerse de muchas cosas. En ese momento, no vi que nadie se atreviera a pedirle explicaciones a ella de lo que estaba haciendo o no con sus cosas personales".

De esta forma, asegura que tanto ella como su hermana tienen la conciencia muy tranquila: "Nosotras solo hemos continuado con su muerte lo que mi madre ya hizo con su anterior casa. ¡Solo hemos hecho eso! Y sin embargo parece que todo el mundo se permite opinar de lo que debemos hacer o no. No solo eso, porque también juzgan cómo tenemos que hacer las cosas y tercian sobre lo que debemos o no quedarnos".

Indignada, ha sacado toda la rabia que lleva dentro: "¿Esto qué coño es? Lo que hayamos hecho o estemos haciendo mi hermana y yo es lo normal de dos personas que tienen sus casas amuebladas y sus vidas hechas. Para tranquilidad de todos, no ha habido ni el más mínimo problema entre nosotras, aunque seguro que algunos hubieran deseado lo contrario. ¡Pues no ha sido así!".

De esta forma, añade: "No hemos tenido ninguna disputa por nada. Cada una teníamos claro lo que queríamos y, sobre todo, lo que podíamos tener de lo que ha dejado nuestra madre. No podemos meter todos los muebles de mi madre en nuestras casas porque no vivimos en mansiones. Vivimos en pisos muy normales, al igual que la gran mayoría de las personas de este país, para los que tengan alguna duda".

Y sentencia con un contundente mensaje: "Perdonad que me repita pero, para tranquilidad de todos, nos hemos quedado con lo que sentimentalmente era primordial para nosotras. Bastante pena es tener que desmontar la casa de tu madre como para, encima, añadir la pena de las explicaciones públicas".

Este lunes, una empresa de mudanza se personó en la casa en la que María Teresa vivió sus últimos años para retirar todos sus enseres bajo la atenta mirada de Carmen. La periodista malagueña vivía de alquiler en la zona de Aravaca, cerca de Terelu. Si no vacían la casa antes del próximo 1 de noviembre, Terelu y Carmen tendrían que pagar una nueva mensualidad de 2.500 euros.

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