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Vargas Llosa recupera a su mujer y su salud y olvida a Isabel Preysler, "una locura de madurez"

Hace un año por estas fechas, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa compartían días de descanso y ayuno en la clínica Buchinger de Marbella. Lo habían hecho también en años anteriores y, durante su estancia, se les había unido Tamara Falcó, a menudo luchando por mantener la línea. Los años que duró su relación con Preysler, Patricia Llosa, la prima y ex mujer del escritor, no dejó de frecuentar la Buchinger, aunque evidentemente en fechas distintas a las de Isabel y Mario, para no coincidir con ellos. En los últimos meses, por este prestigioso centro de dietética y salud, Vargas Llosa, Patricia, Isabel Preysler y Tamara entran y salen sin cruzarse, como por la puerta giratoria de una comedia de enredo. En junio, Tamara Falcó y su madre decidieron internarse juntas en la Buchinger para ponerse en forma cara a la boda de la marquesa de Griñón con Íñigo Onieva.

Ha pasado un año y todo vuelve donde solía. Hace unos días, este periodista se encontró con Vargas Llosa y Patricia muy de mañana, paseando delante del hotel Puente Romano, en plena Milla de Oro de Marbella. Es allí donde el autobús de la Buchinger deja a sus pacientes, para que hagan un largo paseo en ayunas antes de regresar a seguir su tratamiento. El autor peruano tenía un buen aspecto, después de haber pasado, a los 87 años, otro episodio de Covid 19 a principios del mes de julio. Un susto por el que tuvo que estar ingresado una semana en un centro sanitario de Madrid. Una vez recuperado, Patricia y Mario se fueron a Sicilia, un viaje cultural como tantos otros de los que disfrutaron en los buenos tiempos.

El premio Nobel, a punto de publicar su próxima novela, ha vuelto al hogar conyugal, a sus costumbres y a olvidar los cinco años que duró su última aventura sentimental. Dicen desde el entorno familiar que para él Isabel Preysler sólo es "un mal recuerdo, un error de madurez, una locura que estuvo a punto de costarle la salud y apartarle de sus seres queridos".

Sus hijos Morgana y Álvaro son quienes más se oponían al idilio con la viuda de Miguel Boyer y quienes han blindado a su padre de la tentación (ya superada) de hablar con Isabel y aclarar de forma amable el porqué de la que fue una ruptura brusca y desagradable. Ellos son también los que más han apoyado a Patricia cuando el escritor la abandonó por Isabel.

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