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Los amigos de Daniel Sancho afirman que "lo han obligado a autoinculparse" del asesinato de Edwin y hablan de negocios ilegales

La policía tailandesa ha cerrado el caso del crimen de Edwin Arrieta tras la confesión de Daniel Sancho. Este martes ofrecerán una rueda de prensa con los medios de comunicación para oficializar los cargos contra el nieto de Sancho Gracia. En España, sin embargo, tanto su entorno íntimo como su defensa jurídica dudan de las pruebas presentadas y de la verdadera autoría del asesino confeso: "Lo obligaron a autoinculparse".

Así de tajantes se muestran los amigos de Sancho, los mismos que aseguran que Daniel había cambiado su carácter en los últimos meses, que estaba estresado y que no parecía él. "Se traía algo gordo con el cirujano", ha dicho uno de ellos. Han desvelado a Miguel Frigenti que la verdadera relación entre Edwin y el hijo de Rodolfo Sancho se basaba en "negocios al margen de la legalidad" y están convencidos de que "Edwin murió por ese motivo y a Daniel lo obligaron a autoinculparse".

Hay que recordar que el propio Sancho declaró a la policía que se consideraba "el rehén" de Arrieta y que lo mató "para defender mi vida y la de las personas que quiero". La misma policía filtró a los medios tailandeses que habían encontrado amenazas de muerte por parte de Edwin en el teléfono móvil de Sancho, no solo contra él sino también contra su familia. Este fin de semana, los representantes legales de Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, padres de Daniel, han asegurado que ninguno de los dos viajará por el momento a Tailandia "por una cuestión de seguridad", y la propia Xenia Tostado, actual pareja de Rodolfo, afirmó en su comunicado oficial: "No sabemos si estamos seguros".

Expertos y crimonólogos españoles han hecho hincapié en las contradicciones que encuentran en la narración de los hechos por parte de la policía tailandesa y en la propia declaración de Daniel: "Aseguró que descuartizó el cuerpo en tres horas y sabemos que eso es imposible. Un hombre solo no puede hacer eso". Aseguran, además, que las armas que supuestamente compró Bronchalo un día antes de los hechos (dos cuchillos) no encajan con las heridas que presentan los restos de Edwin Arrieta, como tampoco entienden que se entregara sin reservas en la comisaría o que perpetrara el crimen, si es que fue premeditado, en un país cuya legislación castiga con la pena de muerte, cuando dos semanas antes había estado con el colombiano en Formentera.

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