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Ana Obregón y sus gestiones en Canadá antes de poner en marcha el 'Plan Florida'

Miami no fue la primera opción de Ana Obregón cuando decidió que traería al mundo una criatura por el método de gestación subrogada, con una donante de óvulo anónima y muestras biológicas de su hijo Aless, fallecido en 2023.

La actriz no lo tuvo sencillo para llevar a cabo sus planes. Primero, porque no encontró todos los apoyos que ella hubiera querido tener. De hecho, las dos primeras personas a las que acudió trataron de quitarle la idea de la cabeza y hasta expusieron su oposición a hacer de Aless Lequio padre post-mortem.  

Pero a Ana Obregón no le detuvo que ni Carolina Monje, la que fuera novia de su hijo, ni Alesandro Lequio, el padre del fallecido, le explicaran (cada uno por su lado) que no era una buena idea. Para la actriz era importante contar con su apoyo, aunque no imprescindible.

Eran momentos en los que el desgarro inimaginable de la pérdida les había unido mucho pero eso no implicaba que estuvieran de acuerdo en todo. Además, Ana no sabía entonces si legalmente iba a necesitar las firmas de esas dos personas para poder utilizar las muestras biológicas dejadas por Aless.

Como ya hemos publicado, Carolina, con apenas 24 años, no quiso que se conservaran las semillas que el hijo de Ana Obregón se había extraído en vida, y no interpretó como la madre de su novio los deseos del fallecido. Así lo manifestó entonces. Caso parecido fue el del padre de Aless. Lequio, destrozado por la pérdida, quiso vivir desde el principio su duelo en la intimidad, como luego vimos, y lo último que podía asumir en aquellos momentos, hace ahora casi tres años, era un enfrentamiento, ni público ni privado, con Ana Obregón, "muerta en vida", como ella decía, víctima del desgarro producido por la tragedia.

Discrepancias o diferentes interpretaciones de los deseos de Aless

Tanto Carolina Monje como Alessandro Lequio, cada uno por su lado, discreparon desde el principio de Ana Obregón pero huyeron en todo momento de enfrentamientos y trataron de actuar con el mayor tacto posible ante el estado de una madre que acababa de perder a un hijo de 27 años. 

La cuestión es que Ana Obregón siguió adelante con su propósito sin la colaboración de Lequio y sin la de Monje, que no apoyaron su decisión pero tampoco se emplearon activamente para impedírselo. 

La primera dificultad de Ana fue hacerse con las muestras biológicas porque no estaban en Nueva York sino en Barcelona, o sea, en España, donde la legislación es mucho más severa que en otros países. Para eso buscó la ayuda de una mujer famosa y con magníficos contactos en la Ciudad Condal. Esa persona movió sus hilos y la ayudó, como ya adelantamos, con papeleos y muchas dificultades administrativas relativas a la obtención de ese esperma. 

Pero después tuvo que buscar un vientre en el que depositar el embrión resultante de fecundar el óvulo de una donante anónima a partir de la semilla del fallecido Aless, unas muestras que, según versiones distintas a la expuestas por Ana Obregón, se dejo extraer para poder ser padre en vida si se quedaba estéril tras los tratamientos contra el cáncer y ni para tener un hijo o hija después de muerto.

Fue después cuando Ana inició gestiones en Canadá para sacar adelante la buscada maternidad. Y, según nos cuentan, en ese país tuvieron lugar los primeros intentos de ser abuela. Pero pronto llegaron dificultades y Ana Obregón decidió que estaba ante una situación de posible inseguridad jurídica. No podemos determinar si fueron las autoridades canadienses las que advirtieron a Ana de las limitaciones de la gestación subrogada allí (no tan libre como en Florida) o fueron los asesores legales de la actriz quienes advirtieron a su cliente de que podría encontrar obstáculos para sacar adelante su plan, con 67 años, no teniendo pareja acreditada, y con el semen de un donante concreto, fallecido, y pariente. Tampoco sabemos de qué papeles disponía Ana para acompañar las muestras biológicas que aportaba. 

Ana trató de sortear algunas de estas dificultades: hizo algunas llamadas y mantuvo contactos para buscar un padre adoptivo que firmara un documento, de modo que en Canadá constara una pareja como solicitante, y no una single, pero su petición fue rechazada. También se encontró con objeciones respecto de las supuestas contrapartidas económicas de la gestante, una asunto no tan sencillo de resolver como en el vecino del sur.

La decisión fue cambiar de estrategia, es decir, de lugar. Por eso trasladó sus planes a Florida uno de los estados norteamericanos más laxos en materia de gestación subrogada. Fue allí donde menos dificultades se encontró, al menos a nivel legal y administrativo. Allí no es importante que sea una mujer sola, tampoco la edad que tenga, y no hay ningún problema con pagar a la gestante por alquilar su útero. Tampoco hacen demasiadas preguntas sobre el origen del donante. Y además, a nivel médico y disponiendo del dinero necesario, están en lo alto del escalafón. Por eso Ana Sandra Lequio Obregón nació en Miami. Lo demás ya lo ha ido contando Ana Obregón, aunque aún falta mucho por saberse.

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