El autor de El sendero de la mano izquierda dejó todo bien atado antes de morir. Y es que, a sus 86 años y enfermo del corazón, intuía que ese día no estaba lejos. Ocurrió el pasado lunes en la localidad de Castilfrío de la Sierra, su refugio soriano, donde ha recibido cristiana sepultura como era su deseo.
Lea también - El tuit de Sánchez Dragó sobre el Rey y Vargas Llosa que se hace viral post-mortem: ¿Cuál morirá antes?
Y precisamente por eso, porque Sánchez Dragó soñaba con el descanso eterno, dejó muestras de semen, muelas y pelo en una caja fuerte antes de morir. ¿El motivo? No quería que le ocurriera lo mismo que a Dalí, del que escribió un artículo en 2017, cuando ordenaron su exhumación por una prueba de paternidad. El escritor creía que tenía muchas posibilidades de tener hijos que él no hubiera reconocido, pues presumía de haber vivido en diez países diferentes y haber disfrutado del sexo libremente en todos ellos. "Él pensó que debía dejar muestras con su ADN fuera del ataúd por si algún día alguien reivindicaba ser su hijo no tuvieran que corromper su cadáver, porque quería, decía, descansar en paz eternamente", ha dicho una amiga.
En los últimos años, Sánchez Dragó confesó una creciente curiosidad por la muerte ("No me da miedo, me atrae") y había dejado claros sus últimos deseos: "He comprado mi tumba por 15.000 pelas", dijo en una conferencia en Marbella. "La tengo preparada allí en el cementerio y la quiero abrir ya. Quiero que me entierren en Castilfrío". En la misma desveló que había recogido un ataúd abandonado que ahora decoraba su despacho y que usaba para meditar, y que había pensado en su epitafio, una variación del de Groucho Marx: "Perdonen que no se me levante".