Siempre fue su hermano favorito, nunca han tenido rencillas, y este 25 de diciembre se ha demostrado que Kiko y Cayetano Rivera mantienen una unión que no conoce límites. Para el segundo, estas Navidades son las primeras tras su separación matrimonial con Eva González. En cambio, el DJ ignora completamente a su otro hermano, Francisco Rivera, y a esa madre a la que no ve desde hace mucho tiempo.
Dicen las malas lenguas que a Kiko no le importaría quedar un día con su progenitora, en secreto y sin periodistas presentes, para limar asperezas e intentar un acercamiento, pero es Irene Rosales, la nuera de la Pantoja, la que no ha perdonado a su suegra, ya que ni tan siquiera la llamó para darle el pésame tras la muerte de sus padres.
En este sentido, Kiko se decanta del lado de la madre de sus hijas, entiende perfectamente la actitud de Irene y la respeta profundamente. A él también le sentó muy mal que Isabel ignorara el dolor de Irene por la pérdida de sus padres, e igualmente la escasa comunicación de la artista con sus nietos.
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Porque, una cosa es que la relación madre e hijo sea inexistente, y otra que la abuela Isabel se desentienda de sus nietos. La tonadillera, en su enclaustramiento en Cantora, no está para nadie. Dicen que le importa más el dinero que llevarse bien con los suyos. Que su prioridad ahora mismo es hacer la gira por Estados Unidos en febrero. Ya veremos si utiliza parte del dinero que ganará en ese tour americano para pagar sus deudas, sobre todo la que mantiene con Loli, la quiosquera, a la que debe setenta y tantos mil euros.