Cuatro años de cárcel y más de seis millones de euros es la pena a la que se enfrenta Arantxa Sánchez Vicario en concepto de responsabilidad civil por un delito de alzamiento de bienes o insolvencia punible. Tras años de polémica, el Banque de Luxembourg ha conseguido por fin procesar a la ex tenista y al todavía su marido, Josep Santacana, que se sentarán juntos en el banquillo de los acusados el próximo mes de septiembre de 2023.
El matrimonio se separó hace ya cuatro años, pero su proceso de divorcio está más que enrevesado en los juzgados, como lo está su patrimonio y toda su vida. En este nuevo frente con la Justicia, se celebrará un juicio oral contra ambos y las personas señaladas como sus testaferros que comenzará el 12 de septiembre del 2023 y se prolongará hasta el día 15 incluido del mismo mes. Será ante la titular del juzgado de lo penal número 25 de Barcelona, en la gran sala de la Ciutat de la Justícia, conocida como auditorio, para resolver la querella criminal interpuesta por Banque de Luxembourg.
La querrella incluye la petición de pena de cuatro años de cárcel y más de seis millones de euros para Arantxa y quien fuera su pareja, que serán juzgados junto a cuatro testaferros y una serie de sociedades que, según la acusación, emplearon de común acuerdo para descapitalizarse y deshacerse del enorme patrimonio inmobiliario que la tenista acumuló durante años, según ha publicado La Vanguardia.
La descapitalizacción era malintencionalda, según los querellantes. Lo que el matrimonio pretendía era evitar la obligación de pagar la deuda contraída con el banco: en el 2009, el Tribunal Supremo condenaba a Sánchez Vicario a pagar una multa por evasión fiscal de 5,2 millones entre principal e intereses.
Hacienda cobró gracias a un aval del Banco de Sabadell. La entidad catalana recuperó el dinero gracias a un contraaval suscrito con el banco luxemburgués. Este era precisamente el banco donde Arantxa mantuvo parte de su fortuna cuando la empresa International Management Group gestionaba sus contratos.
El banco de Luxemburgo cumplió con su obligación e hizo efectiva la garantía. Pero claro, ya en mayo de 2010 le reclamó el dinero a la tenista, porque su cuenta en la entidad estaba vacía. Tras varios avisos y reuniones, Arantxa les dijo a los baqueros luxemburgueses que ni conocía su patrimonio ni podía disponer de él, y pidió más tiempo para poder recabar información y responder al banco.
Pero le pillaron en una mentira. Como se recordará, la deportista en 2009 ya estaba casada con Santacana y fue todo un escándalo que revocara ante notario los poderes que ostentaba su padre y administrador y, desde ese momento, todo su patrimonio (dinero, acciones e inmuebles) para ponerlo en manos de su pareja sin que nadie más puediera ejercer control alguno. Arantxa llegó demandar y querellarse contra su familia, a la que apartó de su lado, al igual que a amigos y consejeros que hasta entonces le habían asesorado bien y con lealtad.
La entidad luxemburguesa demandó al matrimonio en marzo del 2011 por la vía civil y dos años y medio después consiguió una sentencia favorable que condenaba a Arantxa a abonar al banco 5,2 millones de euros más los intereses de demora. Ni Arantxa ni Santacana recurrieron, pero tampoco presentaron lista de bienes ni trataron de quitarse de encima la deuda, que ya era de 7,5 millones de euros. El banco se querelló por la vía penal en 2015, y esta es la querella por la que se juzgará al matrimonio en septiembre.
Arantxa ha tratado de hacerse la víctima ya ante el juez, cuando en 2021 presentó un escrito para defenderse y señalar a Josep Santacana como el manipulador que, en efecto, le había convencido de ocultar sus bienes, y que además había dilapidado su fortuna.
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Aunque mostraba arrepentimiento, destacaba que ya había pagado 1,8 millones al banco y pedía una mínima pena de siete meses pero sin entrar en prisión, no lo va a tener fácil para llegar a un acuerdo con la entidad financiera, y podría terminar entre rejas porque no tiene un duro. La Metropolitan International School de Miami donde trabajaba como directora deportiva cerró en el 2021 y ahora apenas tiene ingresos por apariciones en medios de comunicación.
Su marido también ha presentado un escrito en el que se quita culpa y rechaza haber sido administrador de la fortuna. Dice que solo cobró unos cheques, alguna exclusiva de la prensa del corazón y enseñó una de sus casas a una inmobiliaria; también asegura que su mujer tiene aún la "pasta" en Suiza.
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