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Por qué no pusimos una lechuga a ver si duraba más que Aldón y Ortega Cano

La lechuga que un periódico colocó ante una cámara aguantó y ganó el pulso a Liz Truss. Este viernes, un presentador británico se comió la lechuga para demostrar que no estaba podrida. Salvando las distancias con la cacareada dimisión de la primera ministra de Reino Unido más breve de la historia, en España todo el mundo sabía que era cuestión de poco tiempo que Ana María Aldón y el torero cartaginés dieran por finalizado su matrimonio.

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Una de las innumerables diferencias entre el lechuga-gate y lo de Ortega Cano es que en España la cámara fija ha estado enfocando a Aldón, que ha comparecido durante semanas, pasito palante / pasito patrás, narrando por entregas la descomposición de su vida conyugal, llorando y contando intimidades a cambio de dinero.

Su marido resistió lo que pudo hasta que su paciencia y su semen de fuerza se han perdido como lágrimas en la lluvia. Con Aldón hemos visto cosas que vosotros sí creeríais. Porque han sido televisadas. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Porque del amor de esa sanluqueña y el viudo de Rocío Jurado queda una criatura, recuerdos y poco más.

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