Olivia Newton John ha fallecido este lunes después de tres décadas luchando contra el cáncer. La mítica y dulce Sandy de Grease tenía 73 años. Cantante y actriz, ganó cuatro Grammys, vendió más de millones de discos, representó a Reino Unido en Eurovisión en 1974, y quedó cuarta por detrás de ABBA con Waterloo, y en 2019, fue nombrada Gran Dama del Imperio Británico. Era nieta de Max Born, ganador de un Nobel de Física.
Su marido, John Easterling, ha comunicado la triste noticia a través de las redes sociales: "Olivia Newton-John falleció pacíficamente en su rancho en el sur de California esta mañana, rodeada de familiares y amigos. Les pedimos a todos que respeten la privacidad de la familia durante este momento tan difícil".
Su familia ha querido recordar a la intérprete como "un símbolo de triunfos y esperanza durante más de 30 años compartiendo su viaje con el cáncer de mama. Su inspiración curativa y su experiencia pionera con la medicina vegetal continúan con el Fondo de la Fundación Olivia Newton-John, dedicado a la investigación de la medicina vegetal y el cáncer. En lugar de flores, la familia pide que se hagan donaciones en su memoria".
La actriz llevaba tres décadas luchando contra el cáncer. En 2017 anunció que la enfermedad había regresado, esta vez en etapa cuatro con metástasis. La actriz confesó que no sabía lo que le queda de vida: "Para mí, psicológicamente, es mejor no tener ni idea de lo que me espera o cuánto vivió la última persona que tuvo lo que yo tengo", aseguró. "Cada día es un regalo y me siento afortunada de poder seguir adelante".
Precedente familiar
Su hermana Rona, también actriz, falleció a causa de un cáncer. Olivia luchó mucho. Se sometió a toda clase de tratamientos médicos y algunos otros de medicina natural, incluso recurrió a la marihuana para calmar los agudos dolores que sufría. Su vida no fue fácil, a pesar de sus éxitos como actriz y cantante.
Sus enfermedades la obligaron en muchas ocasiones a cancelar algunos contratos y el miedo de las productoras a que enfermara les llevó a no contar con ella, lo cual le supuso un daño psicológico sumado al sufrimiento de la enfermedad. A causa de sus parones profesionales tuvo que deshacerse de una mansión que poseía en Miami. Además, probó suerte con un negocio de ropa, que no funcionó y a punto estuvo de de arruinarla. Para compensar las pérdidas no tuvo más remedio que aceptar intervenciones televisivas que le pagaban bien.
Otro mal momento de Olivia fue con un fanático admirador que llegó a matar a uno de los perros de la cantante, clavando un cartel a las puertas de la vivienda de ella y amenazándola con acabar con su vida. Recibía anónimos parecidos de otros locos y tuvo que contratar los servicios de un detective que consiguió alejar a los chalados por orden judicial. No era ninguna broma pues aquellos delincuentes acabarían después asesinando a varias personas.
John Easterling, el amor de su vida
La vida sentimental de Olivia tampoco fue fácil. Su primer matrimonio fue con el actor Matt Lattanzi, en 1984. Duró 11 años y acabó en divorcio en 1995. Tuvieron una hija, Chloe Rose, que en la actualidad sigue los pasos de su madre, también alternando la música con la interpretación.
Sin haberse divorciado mantuvo relaciones con un operador cinematográfico llamado Patrick McDermott, un individuo celoso de la popularidad de Olivia, hasta el punto de que llegó a fingir un accidente mortal en una travesía en barco. Lo sorprendieron vivo y en perfecto estado meses más tarde, cuando ya Olivia se había repuesto del susto y el comprensible dolor por su desaparición.
En 2008 se enamoró del magnate John Easterling, y se casaron. El viudo de Olivia ha sido su mejor apoyo hasta el final. Sin duda, escribirá para ella la frase que todos imaginamos: 'You are the one than I want'. Descanse en paz.