Se llama Prospective Urban Rural Epidemiology (PURE), acaba de ser presentado en Barcelona y es un estudio sobre nutrición que ha tambaleado los cimientos de sus bases. Tras entrevistar y analizar las muestras de 135.000 personas durante 7 años en 18 países, las conclusiones son revolucionarias y han sido publicadas en The Lancet, una de las revistas médicas más prestigiosas.
Asegura, entre otras cosas, que las dietas altas en carbohidratos (especialmente, los refinados) son las más peligrosas y no las altas en grasas. Es el consumo continuado de azúcar y almidón lo que aumenta el riesgo de muerte temprana y enfermedades cardiovasculares en un 28%. Según los datos del estudio, son las dietas bajas en grasas las que aumentan el riesgo de enfermedades. Exactamente, un aumento de hasta un 13%.
El consumo elevado de grasa resultó ser beneficioso, pues las conclusiones extrajeron que reducía el riesgo de muerte temprana hasta un 23%. Sin embargo, con un consumo mayor volvía a aumentar. Los expertos aseguraron que el punto justo de consumo de grasa está en ingerirlas en el 35% de calorías diarias.
También habla sobre las grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas. Las grasas animales y el polémico aceite de coco salen beneficiados, puesto que no sólo no son perjudiciales sino que además resultan ser buenas para nuestra salud. El aceite de oliva sigue saliendo triunfal y los aceites de semillas no son tan buenos como nos los han pintado, sino que se quedan en un terreno neutral.
Quedarse en terreno en neutral resulta especialmente positivo para las grasas procedentes de la carne roja, sobre las que las conclusiones han establecido que no son tan perjudiciales como se les ha etiquetado hasta el momento.
Los resultados también arrojan luz sobre las dietas bajas en sal. Aquellas muy bajas en sodio producen más muertes por enfermedades cardiovasculares, no menos. Y en personas sanas, aumentar la sal no aumenta el riesgo. De hecho, reducir la sal en dietas de personas con tensión baja puede resultar tan mortífero como una dieta que se pasa por exceso. ¿El límite? Por debajo de los 5 mg al día, el riesgo es para todo el mundo.
Pescado y huevos también se quedan en un punto neutro. No son malos, pero tampoco reducen el riesgo de forma importante. Tan sólo resultan protectores cuando alimentos perjudiciales son sustituidos por estos.