La reconstrucción del himen es una práctica generalizada en países como Marruecos, donde muchos hombres exigen la 'pureza' de sus novias. Ellas encuentran en la cirugía la única posibilidad de casarse. Certificados de virginidad o abusos en las tarifas de clínicas y doctores oportunistas conviven con un dramático machismo religioso pero a la vez con una picaresca femenina que deja a estos caballeros musulmanes tan contentos como estafados.
La directora Libanesa Nadine Labaki, en la cálida y divertida Caramel (2007), uno de cuyos fotogramas ilustra esta información, recrea la situación: una mujer musulmana va a casarse y quiere parecer virgen en la noche de bodas para no ser rechazada, por lo que busca una solución quirúrgica que le reconstruirá el himen y salvara su matrimonio.
El asunto ha sido tomado en ocasiones con el inevitable halo de frivolidad que rodea siempre todo lo relacionado con el sexo. La presentadora de televisión Leticia Sabater convirtió su transformación íntima en un show mediático al que muchos medios acudimos atraídos por la fuerza gravitacional de afirmaciones como ésta: "Me siento a estrenar". Pero no todo son risas.
La cuestión no es ninguna broma si observamos la realidad en países tan cercanos como Marruecos, donde la himenoplastia es una práctica habitual no porque a las mujerer les apetezca libremente sino porque muchos hombres exigen a sus novias un certificado de virginidad.
La preferencia de los marroquíes por la esposas vírgenes y las reconstrucciones del himen son asuntos que aparecen a menudo en ciertos medios alauitas como Bladi, un sitio de Internet donde podemos encontrar artículos titulados así: 'Un médico entrega un certificado de virginidad a una mujer embarazada', 'A la venta: virginidad a 500 euros' o 'Esas chicas que se convierten en vírgenes en el hospital'. Son solo tres ejemplos de una multitud de informaciones que desvelan los detalles y testimonios personales de esta práctica legal en Marruecos y sin embargo oculta y llevada a cabo bajo el anonimato por los médicos, que no se atreven a dar la cara ante una sociedad sumergida en el machismo teocrático.
La generalización de estas intervenciones ha hecho por un lado que aumenten en Marruecos las relaciones prematrimoniales (un concepto trasnochado en Europa) con respecto a lo que ocurría hace años y sin embargo esta realidad no ha desterrado ni un ápice el deseo de tener una esposa virgen.
En un artículo publicado este martes en El País, y en el que se aborda este asunto, un médico cuyo verdadero nombre no se cita afirma que la fiebre de la himenoplastia recorre ciudades como Rabat, Casablanca, Marrakech, Tetuán y Tánger, pero también Ceuta y Melilla.
Operaciones provisionales y definitivas
Ese facultativo, oculto bajo el falso nombre de Mansur, se lamenta en el periódico de la vigencia del machismo: "El hombre que se presenta a su futura esposa se pavonea ante ella de la gran experiencia que ha tenido con otras mujeres. Pero si ella le confesara que ha conocido a otro hombre, aunque solo fuera por teléfono, la abandonaría en el momento". La afirmación describe una situación social que posiblemente sea más terrible en países musulmanes pero que certifica también una realidad que afecta a España (Ceuta y Melilla son España, para empezar) y a buena parte del mundo occidental, teóricamente a salvo de imposiciones religiosas pero heredero de una lacra que está lejos de ser erradicada. "Quieren a sus novias como embaladas en plástico, igual que un objeto a estrenar", reitera el galeno al citado rotativo.
Las mafias y las tarifas abusivas surgen como siempre al amparo de la vulnerabilidad de muchas mujeres en esta situación y se cobran fortunas de mil euros cuando se trata hoy en día de una intervención que se realiza con anestesia local y que no debe sobrepasar los 200 euros cuando se trata de operaciones las provisionales y de 500 las definitivas.
Sí, hay operaciones provisionales y definitivas: las primeras ofrecen una vigencia de unas dos semanas por lo que muchos maridos esperan 15 días antes de consumar el matrimonio para asegurarse de que no se trata de una 'estafa quirúrgica caducada'.
Certificado de virginidad
La proliferación de las reconstrucciones ha llevado a muchos hombres a acudir a ginecólogos y especialistas junto con sus parejas para sacar el 'certificado de virginidad', un documento sin validez legal pero que se exige con frecuencia. "Yo lo entrego en un sobre lacrado y siempre a la muejr que me lo pide, nunca a la pareja", declara Masur al periódico.