Las personas en edad fértil sin capacidad de traer un niño al mundo sin ayuda ha descendido dos décimas desde 2014. Esta tendencia a la baja no se puede atribuir, en cambio, a quienes decidir rebelarse contra la situación y ponerse en manos de los médicos para someterse a un tratamiento de reproducción asistida. Son sólo, también según la SEF, menos del 50% de las parejas diagnosticadas de infertilidad.
Una decisión en la que se mantienen firmes, gracias a la generalización de estos tratamientos, sobre todo en centros privados, de la democratización de sus precios, y de las diferentes alternativas médicas que ofrecen. Reyes López, psicóloga experta en fertilidad, explica que la primera herramienta para luchar contra la infertilidad es asumirla.
Los problemas de fertilidad son una situación traumática y un estado de crisis vital, que afecta a todos los sistemas (individuo, pareja y familia) provocando niveles de estrés, con una gran variedad de emociones y sentimientos negativos, y una intensa interferencia en la vida de las personas implicadas. Además, en algunos casos, los problemas emocionales pueden influir y dificultar los resultados de los tratamientos.
Una vez asumido que existe un problema, es necesario que la pareja se someta, siguiendo las pautas de la propia Sociedad Española de Fertilidad, a un "tratamiento integral", es decir, esto es, un seguimiento y tratamiento que abarque desde la dificultad de conseguir un embarazo por vía natural, siga con el diagnóstico de esterilidad-infertilidad, continúe con los tratamientos y no acabe con el embarazo, sino que continúe a lo largo del embarazo e, incluso, en la búsqueda de un segundo hijo.
Tratamientos de Reproducción Asistida.
Una vez detectada la infertilidad y asumido su diagnóstico, se puede tomar la misma decisión que unas 80.000 personas en España: someterse a un tratamiento de reproducción asistida. Lejos del secretismo que rodeaba a estos procesos no hace muchos años, los llamados TRA se han convertido en un salvavidas para muchas personas cuyo mayor deseo es tener un hijo. Según las peculiaridades y necesidades de cada caso, estos son, a grandes rasgos, los tratamientos con los que se trabaja hoy en día en las clínicas de infertilidad:
Fecundación In Vitro. Consiste en fecundar en el laboratorio los óvulos de la paciente, previamente extraídos, con los espermatozoides de su pareja.
Con donante masculino. Consiste en fecundar en el laboratorio los óvulos de la paciente, previamente extraídos, con los espermatozoides de un donante de semen. Es el caso, por ejemplo, de Mónica Cruz, que fue mamá de Antonella hace tres años en solitario.
Con donante femenino. Si el donante es femenino, se utilizan los óvulos sanos de una donante, con el fin de fecundarlos en el laboratorio con los espermatozoides de la pareja de la paciente, cuando ésta tiene problemas de fertilidad.
Con donantes masculino y femenino. La FIV con donante masculino y femenino requiere de los óvulos y los espermatozoides de donantes anónimos, para conseguir embriones y transferirlos al útero de la paciente. Pueden realizarla pacientes que tengan problemas de fertilidad en ambos casos.
Inseminación Artificial. En este tipo de Inseminación se inyectan en el útero los espermatozoides de la pareja de la paciente, previamente seleccionados de una muestra de semen con el fin de escoger los de mejor calidad. La presentadora Raquel Sánchez Silva fue madre de mellizos gracias a esta técnica hace menos de un año.
Inseminación artificial con donante. En la IAD se utiliza el esperma de un banco de semen. Se emplea este tratamiento cuando el semen de la pareja no es válido o cuando la paciente es madre soltera o con pareja femenina.
Vitrificación de óvulos. Las mujeres que deseen retrasar su maternidad pueden hacerlo congelando sus óvulos mediante este procedimiento. Posteriormente, se implantan en el momento que se desee ser madre, garantizando así el embarazo con óvulos propios y de calidad en el futuro. Una opción en la que ha confiado Paula Vázquez, como ella misma confesó hace unos años.
Congelación de semen. La paternidad también se puede preservar mediante la criopreservación, que garantiza la viabilidad de los espermatozoides una vez descongelados.