Dolor de espalda, eccemas u otros problemas dermatológicos y estéticos tienen a veces que ver con un pecho excesivamente grande. Una vez consultado el médico de atención primaria y si así lo aconseja, una visita al cirujano plástico es conveniente para valorar la posibilidad de una mamoplastia de reducción.
A diferencia de los aumentos de mama, que se concentran en mujeres de entre 18 y 44 años, la reducción se reparte en franjas de edad que alcanza incluso a pacientes de más de 60 años.
La Seguridad Social solo cubre este tipo de intervenciones casos muy extremos, como la gigantomastia (el desarrollo desproporcionado de una o ambas mamas) o la hipertrofia mamaria virginal (un crecimiento excesivo tras la primera regla).
Las pacientes deben asegurarse como en toda cirugía de que se realice exclusivamente en el quirófano de un centro hospitalario o una clínica y de que el profesional que se la practique tenga la correspondiente titulación oficial de especialista en Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, cuya obtención requiere, entre otras cosas, un periodo de residencia de cinco años.
La reducción, en contra de lo que pueda pensarse, entraña algo más de dificultad que el aumento. Se realiza con anestesia general y en se extirpan partes de la glándula mamaria y de grasa. A continuación, se recoloca el tejido sobrante. La intervención dura entre dos y cuatro horas y precisa de dos o tres días de ingreso.
El precio depende mucho del médico y del centro sanitario, pero oscila entre los 3.500 y los 5.500 euros.