Estilo de Vida

Sarah Burton, la diseñadora del vestido de novia de Kate Middleton, debuta con Givenchy en París

  • Givenchy renace con Sarah Burton: Un nuevo capítulo para la icónica maison francesa
  • En los últimos años, la maison había perdido parte de su relevancia, especialmente desde que Clare Waight Keller diseñó el vestido de novia de Meghan Markle en 2018

La historia de Givenchy está marcada por la elegancia atemporal y la sofisticación. La firma francesa, fundada en 1952 por Hubert de Givenchy, fue responsable de algunos de los diseños más icónicos de la moda, como el célebre little black dress que Audrey Hepburn lució en Breakfast at Tiffany's. Sin embargo, en los últimos años, la maison había perdido parte de su relevancia, especialmente desde que Clare Waight Keller diseñó el vestido de novia de Meghan Markle en 2018.

Ahora, con la llegada de Sarah Burton como nueva directora creativa, Givenchy parece estar listo para recuperar su estatus. La diseñadora británica, conocida por su impecable trayectoria en Alexander McQueen, presentó su primera colección para la marca con una visión renovada, apostando por la pureza en los cortes y la silueta. Su debut no solo despertó entusiasmo, sino que también dejó entrever un futuro prometedor para la histórica casa de moda.

Sarah Burton

Un desfile marcado por la historia y la innovación

El escenario del desfile no pudo ser más significativo: la sede histórica de Givenchy en París. A pesar de que algunos invitados no lograron llegar debido a la cancelación de trenes del Eurostar por el hallazgo de una bomba sin detonar de la Segunda Guerra Mundial cerca de la estación Gare du Nord, la audiencia que sí asistió presenció un espectáculo que mezcló tradición y modernidad.

Entre los asistentes se encontraban las actrices Gwendoline Christie y Vanessa Kirby, quienes, al igual que el resto de los invitados, fueron recibidas con una escenografía especial: paquetes de papel marrón apilados, un guiño a un hallazgo reciente en la maison. Dentro de una pared en el edificio original de Givenchy, en la Avenue Alfred de Vigny, se descubrieron patrones de la primera colección de la marca, fechada en 1952. Esta revelación sirvió como punto de partida para el enfoque de Burton.

Antes del desfile, la diseñadora compartió su inspiración: aunque no utilizó directamente estos patrones, el descubrimiento la llevó a estudiar en profundidad la colección inaugural de Givenchy. Lo que más le impactó fue su "simplicidad casi hitchcockiana", lo que la llevó a centrarse en la pureza de la confección y la silueta.

El poder de la feminidad en la visión de Burton

Sarah Burton es una de las pocas diseñadoras al frente de una gran casa de lujo francesa, y su enfoque sobre la feminidad quedó reflejado en cada prenda. "Pensaba en cómo se percibe la belleza en las mujeres", explicó. "Existe la idea de que para ser poderosa hay que vestirse como un hombre, pero hay momentos en los que quieres sentirte sexy, frágil o vulnerable. Todo esto forma parte de lo que significa ser mujer".

La sastrería fue la base de la colección, con chaquetas negras grain de poudre que presentaban hombros estructurados y cinturas esculpidas, resaltando las curvas de manera impecable. Un detalle innovador fue la costura de las mangas, que pasaban del frente a la espalda, creando un efecto curvado. Para romper con la perfección, los bajos de las chaquetas estaban ligeramente deshilachados, un guiño a la fragilidad y la imperfección. "Quise reflejar la sensación de que las cosas se están desmoronando", explicó Burton, "quizá como una metáfora del momento en el que vivimos".

Junto a estos diseños, desfilaron elegantes trajes de esmoquin negro, abrigos de lana en espiga y conjuntos de mohair gris con un corte entallado que ofrecía una alternativa fresca y favorecedora a la tendencia de los trajes oversized. Las líneas limpias y las siluetas gráficas también se trasladaron a los vestidos, reafirmando el regreso de Givenchy a su esencia de refinamiento.

Elementos icónicos reinventados

Burton supo reinterpretar con maestría los códigos clásicos de Givenchy. El lazo, un emblema de la maison, apareció en forma de una bufanda de cuero de gran tamaño y en mangas anudadas. También hubo referencias a la feminidad de los años 50, con sujetadores de satén usados como prendas exteriores y faldas bordadas con motivos florales.

El gran cierre del desfile fue una declaración de intenciones: un espectacular vestido amarillo neón sin tirantes, confeccionado con 140 metros de tul, perfecto para brillar en la alfombra roja. Con esta pieza, Burton demostró que Givenchy está listo para reclamar su lugar entre las casas de moda más influyentes.

Un contrapunto bohemio: El regreso del espíritu libre en Chloé

El mismo día, otra diseñadora destacó por su reinterpretación de la feminidad: Chemena Kamali en Chloé. En contraste con la elegancia estructurada de Burton, Kamali apostó por la suavidad y el romanticismo, reviviendo el espíritu bohemio de la marca.

Desde su llegada hace un año, Kamali ha reintroducido la estética de los años 70 en la conversación de la moda, y esta colección no fue la excepción. En el backstage, reflexionó sobre la evolución de la mujer Chloé: "Somos mujeres multifacéticas, cambiamos con el tiempo y tenemos estados de ánimo distintos. Quería capturar todas esas facetas".

Sus diseños combinaron vestidos lenceros en tonos marfil y rosa empolvado con chaquetas de terciopelo, abrigos acolchados y faldas largas con detalles de encaje. Las siluetas fluidas y los detalles artesanales evocaron una bohemia refinada, sin caer en la nostalgia.

Uno de los puntos más comentados fue la reaparición del icónico bolso Paddington de 2005, con su inconfundible candado, un guiño al pasado pero con un enfoque moderno. Sin embargo, no todos los elementos fueron bien recibidos: los colgantes de piel de oveja, que imitaban colas de animales, generaron opiniones divididas.

Schiaparelli y la dualidad de la mujer moderna

El tema de la feminidad no fue exclusivo de Burton y Kamali. En Schiaparelli, Daniel Roseberry también exploró las contradicciones en la vida de las mujeres a través de su colección. "Quería crear un armario que hablara de esa dualidad", explicó en sus notas del desfile.

Su propuesta fusionó elementos masculinos y femeninos, con cinturones de hebillas doradas inspirados en el western, pantalones de cuero con cordones laterales y botas con puntera dorada. Al mismo tiempo, presentó abrigos de línea trapezoidal dignos de Grace Kelly y un vestido de noche bordado con discos dorados y espejos antiguos.

La presencia de referencias cowboy no pasó desapercibida, especialmente en un momento de tensión política en Estados Unidos. La influencia de la cultura americana en las pasarelas europeas siempre ha sido cíclica, pero en esta ocasión adquirió un nuevo significado.

Un futuro prometedor para Givenchy

El debut de Sarah Burton en Givenchy dejó claro que la casa francesa está lista para una nueva era. Con una colección que equilibra la herencia de la marca con una mirada contemporánea, la diseñadora británica demostró que la elegancia sigue siendo relevante.

Si bien el panorama de la moda sigue en constante evolución, con diseñadores explorando distintas expresiones de la feminidad, Givenchy ha dado un paso firme hacia la recuperación de su estatus icónico. Con Burton al mando, la maison parece haber encontrado el equilibrio perfecto entre tradición e innovación, abriendo un nuevo capítulo en su legendaria historia.

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