Es desde hace años una de las calles más cotizadas por los empresarios gastronómicos desde que acoge algunos de los conceptos más interesantes y variados de la capital. Y, sobre todo, algunas mesas del poder en las que los empresarios saben que las grandes operaciones saben mejor con un delicioso plato delante. Esas en las que reservan con asiduidad empresarios y políticos para reunirse y sellar suculentos acuerdos y tomar grandes decisiones alrededor de la mesa mientras disfrutan de un buen almuerzo. Porque una cosa no está reñida con la otra, es posible hablar de negocios en un restaurante de moda con un chef de renombre entre fogones. Pero antes de seguir, recordemos que en ya en 1989 Ramón Ramírez logró dos estrellas Michelin en el mítico El Amparo y fue el responsable de traer a Madrid la Nueva Cocina Vasca, el mismo en el que Martín Berasategui llegó a poner su sello durante años. De su cocina salieron Segundo Alonso y Mariano Ávila para abrir La Paloma, un clásico, que ha sabido esquivar las crisis y las modas gracias a elaboraciones como su emblemática liebre a la royal.
A pocos metros, El Paraguas, buque insignia del del Grupo Paraguas, es una institución en la que Sandro Silva y Marta Seco tienen como objetivo respetar la tradición asturiana, que el comensal saborea con toques modernos. ¿Lo mejor? Compartir unas croquetas de fabada y el pulpo asado a la mostaza dulce antes de que el arroz con pitu caleya tome la mesa. Lo cierto es que una de las claves del éxito de sus fundadores es el haber hecho barrio, ya que parte de sus negocios se encuentran a escasos metros de distancia. Nos referimos a Amazónico, donde Silva nos invita a viajar con el paladar a su Brasil natal, pero también a Japón, Argentina, India, China y Perú en un espacio con palmeras colgantes, exuberantes estampados de la selva y un bar de sushi circular cubierto con frutas exóticas y luminosos pavos reales. La diferencia la pone el Jungle Jazz Club, con conciertos en vivo todos los días de la semana. Con sólo cruzar, nos adentramos en Ultramarinos Quintín, un restaurante de siempre en una tienda de ultramarinos de toda la vida. Aquí, puede desayunar unos huevos revueltos con jamón antes de encerrarse en la oficina y almorzar unos calamares en su tinta con arroz basmati. No está en esta misma calle que nos estamos pateando con el paladar, pero sí a muy pocos metros y es una de las novedades de la temporada que debemos mencionar, ya que la pareja de restauradores acaba de inaugurar además de Aurea, en La Moraleja, el décimo local en el 2 de Serrano. De nombre The Library, es una tienda boutique de vinos donde encontrar las referencias más especiales, ya que reúne hasta 3.500 diferentes. Es ese lugar al que acudir para descubrir añadas únicas y vinos de pequeña producción, porque tienen hasta 80 referencias por copas en la zona de bar y, además, tiene la opción de comprar la botella. La experiencia se completa con un espacio de degustación y también con un club de vinos privado.
Mesa del poder
Volvemos a la calle de la que hemos partido y en el 8 se encuentra La Bien Aparecida, mesa del poder con José Manuel de Dios al frente en cuya propuesta destaca un delicioso arroz meloso de almejas finas y las cocochas de bacalao asadas en salsa verde con patatas "brunoise". Y, qué decir de La Parrilla de La Máquina, que estos días celebra las jornadas de la langosta, a disfrutar hervida o a la plancha. Ceferino suele registrar una nutrida concurrencia y como responsables señalamos al ojo de bife "Aberdeen" argentino y al asado de tira de ternera del centro. Lobito de Mar es otra de las direcciones más atractivas al ser una de las sedes capitalinas del chiringuito urbano de Dani García, quien piensa en quien tiene poco tiempo para almorzar y ha ideado el menú DesTÁPAte. Entre reunión yu reunión alegra el día a cualquiera con esas tapas tan marineras como la ensaladilla de gamba, las croquetas de chipirón y el pepito de ventresca de atún. Recuerde, a Cadaqués, casa de Iñaki López Viñaspre se va a comer recetas de la cocina más auténtica de los pescadores del Mediterráneo, con un fuerte protagonismo de los mar y montaña y con la mediación siempre de la mística del fuego. Ejemplos son las navajitas del Delta, la "coca de recapte" con sardinas anchoadas y la ventresca de cerdo ibérico con panceta de bonito de Ondarroa.
Por último, desviarse al callejón de Puigderdá es inevitable, más que nada porque hay varios negocios a tener en cuenta. Si en Robata la idea es emprender el "Viaje Robata", porque así se llama el menú degustación, en la Taberna Los Gallos la tarde de los viernes se alarga tras probar el arroz bien churruscado con costillas lacadas al horno a baja temperatura, mientras que en Casa Isabella recomendables son los fetuccini trufados con crema de parmesano y en Sottosopra la idea es rendirse ante de lasaña crocante de carne. Y, ojo, en El Babero el ambientazo está asegurado, de ahí que sea la dirección idónea de quien quiere comerse el "afterwork". Sólo dispone de mesas altas y no es posible reservar, así que el local se convierte en una divertidísima barra por la que vuelan la tortilla de trufa, el bocatín con jamón trufado y parmesano y los daditos de merluza a la romana.