Hay algo excepcional en la muerte de un escritor y es que este nunca se marcha del todo. Su cuerpo se queda agarrado al papel, y en este encuentro posible asoma Lawrence Ferlinghetti. Nacido en Nueva York, en 1919, el último escritor de la Generación Beat falleció en 2021 a la edad de 101 años, dejando atrás una vida larga como una carretera gastada de anécdotas y sueños, afortunadamente, todos reflejados en su último libro, El chico. Memorias oníricas de un poeta beat.
Original de 2019, Libros del Kultrum publica ahora en España las experiencias de este genio de la literatura norteamericana, el último representante de ese grupo de escritores que surgió en 1944, en el neoyorquino West End Bar, para aportar una visión liberada, salvaje e inconformista de la vida. Entre ellos estaba Jack Kerouac, autor de la obra beat más conocida, El camino, así como Allen Ginsberg, William S. Burroughs o John Clellon Holmes. El último libro de Ferlinghetti condensa la naturaleza de esa tendencia que entre todos impulsaron. Un fenómeno que traspasó lo literario, pues atravesó a una juventud cansada del conservadurismo y militarismo estadounidense de la primera mitad del siglo XX.
Frente a este escenario, los beatniks proponían una sociedad pacifista, espiritual y abierta a una mayor libertad sexual. Ferlinghetti lo tenía claro: "Los beats abrimos el camino a los hippies", decía. Nunca se sintió del todo identificado con este grupo de artistas, aunque no le pesaba la etiqueta. Al fin y al cabo, reflejaba los valores sobre los que asentó su personalidad: el activismo y la defensa ferrea del pensamiento y la cultura, piezas clave de El chico.
Cabe decir, no obstante, que cuando Ferlinghetti noveló esta autobiografía era consciente de sus limitaciones: con un siglo de vida ya no tenía sentido mirar a un futuro lejano. Por eso decidió echar la vista atrás y volcar en su obra el torrente de recuerdos, emociones y pensamientos que transitó en su periplo como poeta, periodista y pintor, aunque, como dice en el prólogo Jordi Carrión, este beatnik "era sobre todo lector".

"El volumen es la reescritura de múltiples reescrituras. Porque eso es la vida". Por ello, afirma: "No estamos ante un libro de memorias, sino ante un manifiesto literario: la vida son los versos, las líneas, los poemas y las ficciones, los libros que hemos leído". De hecho, Ferlinghetti también era librero, y no uno cualquiera: fue el creador y mantenedor de la librería City Lights, en San Francisco.
Una vida combativa
Autor de poemarios como A partir de San Francisco y novelas como Ella, Ferlinghetti encontró en la escritura un refugio para superar una infancia difícil –su padre murió antes de que él naciera y su madre ingresó en un hospital psiquiátrico cuando era un bebé–. Así, en 1948 se licenció en la Universidad de Columbia, estudió literatura inglesa e hizo una tesis sobre el crítico de arte John Ruskin y el pintor J.M.W. Turner tras participar en la Segunda Guerra Mundial. También se graduó en la Sorbona de París.
En El chico rememora las vivencias de aquellos años, pero también las noches de juerga que llegaron después, sus reflexiones en soledad, el desembarco de Normandía en un submarino o sus aprendizajes en el terreno ecologista. Todo ello sin darse demasiada importancia a sí mismo y, por supuesto, prestando atención a un estilo marcado por la "escritura espontánea" o "kickwriting" que también caracterizó los textos de Kerouac. Una muestra más del espíritu de Ferlinghetti: ese poeta es "bárbaro, subversivo" a las puertas de la ciudad que viene a salvarnos de la propia ciudad.