Estilo de Vida

La última aventura de Mortadelo y Filemón: llega el cómic inacabado de Francisco Ibáñez

  • Se presenta 'París 2024', el cómic póstumo del maestro viñetista barcelonés
  • La hija del dibujante, Núria Ibáñez, ha lanzado el viaje final de los agentes de la T.I.A.

Ve la luz París 2024 (Editorial Bruguera), el nuevo y último libro del gran historietista Francisco Ibáñez. Son los dibujos en los que trabajaba antes de su fallecimiento, a los 87 años, el 15 de julio de 2023. Ha sido su hija, Núria Ibáñez, la artífice de esta iniciativa y protectora de su inmenso legado artístico. Con el deseo de que "perdure" su obra literaria, adorada por generaciones de españoles que aprendimos a leer con Mortadelo y Filemón, Núria aspirar a seguir capturando a jóvenes y adultos. "Que su obra le sobreviva", declaraba a Efe.

De este deseo nace París 2024. Un trabajo que reúne 20 páginas de viñetas dibujadas a lápiz más 19 páginas de guion. Unas líneas que Ibáñez escribía a máquina con Olivetti. Chistes, trompazos y onomatopeyas. Disfraces imposibles y ratones corriendo por las esquinas de la página. Un universo, el de Mortadelo y Filemón, irrepetible.

Con Pérez-Reverte

Los agentes de la mítica T.I.A. en esta última aventura se embarcan en un viaje a París. Tiene una misión: salvar los Juegos Olímpicos de 2024. La obra, de la colección Magos del Humor, cuenta con un prólogo de Arturo Pérez-Reverte; y un epílogo de Jordi Canyissà.

En palabras de la directora editorial de Bruguera, Gemma Xiol, "este es el Mago del Humor más emotivo, el que pone punto y final a una larguísima trayectoria de Ibáñez". Y ha añadido que el viñetista barcelonés "es historia viva del cómic porque nunca hasta ahora habíamos tenido una perspectiva tan privilegiada de su proceso de trabajo".

Sobre el proceso creativo del padre de Mortadelo y de 13 Rue del Percebe, Núria ha revelado a Efe que se encerraba a hacer el guion "y no quería que nadie le molestara, estaba en su santuario, en silencio absoluto, sin que nada le distrajera". Comenzaba a escribir la historieta, el guion, y después continuaba con las ilustraciones. El último paso, el que quedó pendiente de terminar, fueron los bocadillos, donde integraba los reconocibles sonidos onomatopéyicos y los textos.

Apasionado de su trabajo, Ibáñez se pasaba "28 horas al día" dibujando y escribiendo. Su entusiasmo le conectaba con sus lectores, que más que lectores éramos fans. "Cualquier estrato de persona, de cualquier edad o profesión tiene admiración por la obra de mi padre y por él mismo porque era fantástico", ha añadido Núria.

El más grande historietista español comenzó a dibujar con el lápiz a los 11 años mientras completaba Primaria. Fue en la revista Chicos. Estudió contabilidad y peritaje mercantil, una formación que le ayudó a encontrar empleo en 1950. Trabajó en el Banco Español de Crédito y comenzó como botones. Durante esa década nunca abandonó el lápiz. Sus dibujos le reportaban más ingresos que su trabajo de botones. Y entonces le llegó el gran fichaje por la editorial Bruguera, casa de Zipi y Zape.

'El sulfato atómico'

La pareja de agentes de la T.I.A. fue su despegue. Con el inolvidable Sulfato atómico dio comienzo la súper ventas colección Olé. Recibió el premio Aro de Oro en los años 1969, 1974, 1975 y 1976. En 1994 le fue concedido el Gran Premio del Salón del Cómic en reconocimiento a su obra; y en 2002 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2001. Ibáñez también es padre de El botones Sacarino, Rompetechos y Pepe Gotera y Otilio.

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