Sábado 13 de enero. Las Cariño recordarán este día como "uno de los más bonitos como banda". María Talaverano (voz y teclado), Paola Rivero (guitarra) y Alicia Ros (voz y bajo) han pasado por el Coachella y los estudios de la prestigiosa radio de Seattle KEXP, dos hitos incuestionables en su proyección. Y, sin embargo, es fácil creerlas cuando dicen que su último concierto, en una sala de 2.500 personas, les ha dejado mella. No era cualquier lugar, era La Riviera. Era Madrid, su Madrid. La misma ciudad que las vio presentarse hace seis años ante un público popi, pijo y punki -pero, sobre todo, familiar- en el Café La Palma. Como dirían ellas, "algo ha cambiado". Pero aquí no hablamos de amor ni desamor, sino de éxito. El fin de gira de su segundo disco reunió a los de siempre y a muchísimos más.
Empezaban las pruebas de sonido cuando todavía era de día y afuera esperaban los primeros asistentes. Camisetas de Cariño y otras bandas, como Carolina Durante o Mujeres, se ocultaban bajo los abrigos. Pasaban las horas y cada vez más personas se saludaban en una cola que avanzaba rápido contra el frío y la impaciencia. Todo para entrar en calor, o lo que es lo mismo: para disfrutar de una sucesión de melodías divertidas y canciones exageradamente tristes, cursis, íntimas, tiernísimas. En el marco de Inverfest, calentó la sala Lil Ella. Luego, el tontipop arrancó con puntualidad. Ya no había lugar para La bajona.
Sobre las 21.05 horas el público empezó a chillar. Se iluminó un escenario espumoso, adornado de nubes blancas que contrastaban con la presencia de María y Alicia, colocadas a los extremos y vestidas de negro. En el centro estaba Paola, a juego con los pedazos de cielo. Y, a su espalda, Chamizo (Menta y El Buen Hijo), seguro ante la batería. Empezó entonces una cita que presumía de sold out y que se inauguraba con Año de mierda y continuaba con :(, dos de los temas más conocidos del grupo madrileño. Tras un pequeño fallo de sonido, el verdadero furor llegó con Mierda seca. Cientos de voces empezaron a cantar su estribillo rencoroso. Cada vez más cuerpos bailando, abrazándose y bebiendo cerveza fresca.
La energía se mantuvo con Souvenirs y siguió con una de sus canciones estrella: su versión de Llorando en la limo, de C.Tangana. "¿Hay alguna lesbiana por aquí?", gritó después Paola. Decenas de móviles asomaban sobre las cabezas. Era el turno de Bisexual y sus pegadizos versos: "Me gustan las chicas, ¿cómo pudo pasar? Me gustan las chicas, no me lo puedo explicar; será por su pelo o su forma de mirar, pero me he besado con un chico en la ciudad". Le siguieron otros más lentos y pesimistas. "Sigue estando tu fotito en mi mesilla de cristal. Todo es jodido y diferente. No lo ves, esto no es lo de siempre. No recuerdo el camino hasta tu casa", cantaron al piano, poco antes de que los pogos se sucedieran a través de la energía de Modo avión, Locochona, Canción de pop de amor y Tamagotchi, tema que Cham empezó a bailar junto a sus compañeras en el escenario, liberado por unos minutos de las baquetas.
Hacia las 22.00 horas, Paola agradeció el amor recibido a los asistentes, así como la profesionalidad de su equipo. "No somos nada sin él", admitió, y después pidió que se abrieran nuevos círculos entre el público a ritmo de Te brillan, canción a la que hacía alusión una enorme pancarta que ondeaba en las primeras filas. Sobre su tela, se leía: "Nos brilla mucho los ojos cuando estáis a punto de cantar". Hay quienes comentaban que la fiesta se les estaba pasando en un suspiro. Ya no iban a subirse al escenario Natalia Lacunza ni Girl Ultra. También era tarde para cantar Al final abrazos, su temazo con Mujeres, banda que hace pocas semanas también quemaba la sala.
Se acercaba el final del concierto y María ya se había quitado sus gafas de sol. El público lo había dado casi todo, pero quedaba la última píldora: sonaron las esperadas Aún me acuerdo de todo y Si quieres. Hay quienes comentaban que la fiesta se les estaba pasando en un suspiro, y probablemente lo mismo les pasó a las Cariño, que se marcharon mientras los asistentes las aplaudían y dibujaban corazones con las manos. Desde la pista, unos cuantos brincos despidieron la cita a golpe de hardstyle, con la versión de No me convengo hecha por dj capitalism. Fue el broche de oro a un fin de gira emocionante. También un cierre de ciclo a la altura ante "un año que empieza con una carpeta llena en Google Drive llena de canciones", porque, como ellas mismas cantan, "esto recién empieza, esto no se ha acabado".