La huella estética es el impacto o marca tras un procedimiento médico con fines estéticos, tanto de embellecimiento como de rejuvenecimiento. Todos los tejidos corporales son estructuras vivas que mantienen relación entre sí; físicamente, están conectados a través del tejido conectivo, ya sean estructuras ligamentarias o aponeurosis musculares. Por otro lado, a nivel biológico, la aportación de micronutrientes a través del sistema vascular o extrínsecamente a través de la dermis mantiene las funciones biológicas de todos ellos, comportándose como un sistema único. Cristina de las Heras, directora del Máster de Formación Permanente en Medicina Estética y Antienvejecimiento de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), nos explica todos los detalles al respecto.
¿Qué tipo de huella pueden dejar los diferentes tratamientos?
Hace unos años nuestro principal objetivo era desterrar de las consultas cualquier tratamiento inyectable permanente o de muy larga duración por los efectos secundarios que podrían producir a medio y largo plazo, y pensábamos que con esto ya era suficiente para apartar los prejuicios que se asociaban a nuestra especialidad. Sin embargo, recientemente y gracias al soporte ecográfico que incorporamos en nuestra práctica diaria, hemos visto que los bioimplantes actuales, si bien son biodegradables en un tiempo muy limitado, inducen cambios en los tejidos colindantes que debemos tener en cuenta.
Algunos de esos cambios son beneficiosos, pues se traducen en una nueva formación de colágeno que mejora la elasticidad y la firmeza, o modulan la acción de los músculos hipertónicos, o incluso reparan tejidos dañados. A esto lo denominamos buena huella estética.
Sin embargo, el uso de bioimplantes o materiales de relleno no siempre está relacionado con un mejor aspecto físico cuando no se tienen en cuenta factores tan importantes como la vida media de cada uno de ellos, compatibilidades de los mismos, pureza de estos… y aún más importante, cuando lo que se pretende resolver es un aspecto aislado sin tener en cuenta el conjunto. La prisa en obtener un resultado inmediato, optimizar costes de tratamientos a la hora de elegir por dónde empezar a tratar, sucumbir a las exigencias sin rigor científico de la sociedad, son las principales causas que llevan a una indeseada huella estética
¿Qué hacer para prevenir el impacto de los tratamientos médico-estéticos?
Hay que entender el rejuvenecimiento como un proceso tan progresivo como el envejecimiento. La primera consulta, asociada a la historia médica, es el punto de partida de una estrategia. Por un lado, el médico crea una línea de acción que resuelva las necesidades inmediatas atendiendo a un patrón facial. Se elabora un plan a corto, medio y largo plazo para que los procedimientos en el tiempo no se entorpezcan entre sí. Se ayuda al paciente a ser cómplice de ese proceso, lo que mejora la comunicación y facilita plantear tratamientos indispensables para el equilibrio global que de otra manera no hubiera imaginado necesarios.
A pesar de ello muchas personas, minimizando estas cuestiones, buscan tratamientos independientes ejecutados en diferentes clínicas, con profesionales distintos. Si bien cada vez es mayor y mejor la formación en esta disciplina, no hay que obviar que el embellecimiento está muy relacionado con la personalidad de cada uno de nosotros, de modo que un rostro nunca puede ser una plantilla de pruebas estéticas donde cada uno intente poner en práctica su canon de belleza personal.
Por otro lado, cada vez cobran más importancia los tratamientos inductores de colágeno, la medicina regenerativa y las fuentes de luz y láser como aquellos que menor huella estética dejan, si bien no cubrirían todos los aspectos necesarios.
¿Pueden ser, por esta causa, no recomendables a determinadas edades?
En Medicina Estética no solo abordamos diferentes aspectos asociados a la salud y el rejuvenecimiento, sino también otros asociados al atractivo. Cada vez acuden más personas jóvenes que buscan mejorar algún aspecto físico que les incomoda o simplemente realzar algún rasgo. A los veinte años no se quiere ser más joven, sino más guapo.
La Medicina Estética es una solución para muchos jóvenes que necesitan ayuda para resolver un complejo. Pero, actualmente, se observa una gran presión social por obtener unos cánones de atractivo que son pasajeros, despreciando el valor de la naturalidad asociada a la juventud. Muchos de los tratamientos que realizamos tienen una duración limitada, y así se exige, pero seguramente modificará en menor o mayor grado el aspecto en el futuro. Por eso es importante elegir "qué", "cómo" y "cuanto".