La reina cuenta las horas para comenzar sus ya tradicionales vacaciones privadas o secretas o como quieran llamarlas. El domingo doña Letizia se despidió de los súbditos con un paseo minifaldero junto al Rey y sus hijas por el recorrido que separa el Palacio de Marivent de la localidad de Sóller, al noroeste de la isla. La Familia Real visitó la exposición Pablo Picasso y Joan Miró, Historia de una amistad en el Museo Can Prunera. Fue allí donde la Reina les dijo a los periodistas que no preguntaran cosas a las niñas para sacarles titulares, lo cual no ha gustado a todo el mundo. Pero para gustos los colores, suele decirse:
Doña Letizia en Mallorca no va a los toros porque no le gustan, y no acude a las regatas porque no ama la vela como su familia política. Sabemos que se pone morena pero desconocemos dónde: llegó a Palma el lunes 31 de julio con la piel algo blanca y el tiempo justo de posar para la prensa en Marivent, pero el viernes en la recepción de la Almudaina lució un bronceado de anuncio.
Para su paseo del domingo, los periodistas y reporteros gráficos estaban avisados y la reina quería lucir su imagen más camp. Eligió un capazo de paja y un par de sandalias planas de Uterqüe para complementar su versión Ad Lib. Recurrió a su fondo de armario, de proporciones interestelares, y recuperó un vestido blanco ibicenco de Adolfo Domínguez, uno que estrenó en 2011 precisamente en Palma para el 30 aniversario de la Copa del Rey de Vela.
Por entonces era princesa e iba a esas cosas. Pero ahora, a punto de cumplir 45 años, y siendo la esposa del jefe del Estado, doña Letizia "pasa de las regatas", por utilizar la expresión literal que ha empleado Monarquía Confidencial, uno de los medios que recoge la sonada ausencia de la Reina el sábado por la noche en el espacio de Ses Voltes del Parque del Mar, a los pies de la catedral de Palma, donde tuvo lugar la entrega de premios de la XXXVI edición de la Copa del Rey de Vela, sin duda una de las competiciones más destacadas del Mediterráneo.
En esta ocasión no hemos conocido explicación alguna pero en otras Felipe llegó a disculpar la ausencia de su esposa argumentando que "alguien se tendrá que quedar con las niñas". Palabra de Rey.
Don Felipe, que lideró las regatas hasta casi el final de la prueba, quedó quinto pero parece ser que Letizia no tenía pensado acudir en ningún caso, o al menos su presencia no constaba en la agenda de la Familia Real. Doña Sofía fue durante años la encargada de entregarle el premio a don Juan Carlos cuando competía con el Bribón si quedaba en posiciones que merecían galardón.
El actual jefe del Estado (en la imagen de arriba, a bordo del Aifos y saludando a Pierre Casiraghi) ha heredado cosas hermosas de su padre, como la afición a la vela, al igual que sus hermanas, tías e incluso su abuelo, el fallecido don Juan. Felipe de Borbón comenzó a regatear hace más de 30 años pero parece que Letizia no comparte esta afición, tal vez ése sea el motivo por el cual sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, tampoco la practican. O tal vez no les guste tanto como a papá y al abuelo. Sus primos Marichalar-Borbón y Urdangarín-Borbón reciben cada año clases en Palma, y la abuela doña Sofía juega un papel relevante junto a sus nietos. Pero las pequeñas Borbón-Ortiz no honran con su presencia el club de vela de Calanova. El año pasado, sin embargo, pero de forma privada, los Reyes y sus hijas disfrutaron de un velero alquilado llamado Dolce Vita que costaba 32.000 euros a la semana, tal y como adelantamos.
Tampoco es la Reina Letizia amante de los toros, aunque en esta cuestión coincide con su marido. Como era de esperar, no se la ha visto este año en el coso balear junto a su cuñada doña Elena y sus sobrinos Froilán y Victoria Federica. La infanta y sus hijos, tercera, cuarto y quinta en la línea de sucesión al trono, respectivamente, sí disfrutaron de la que, según se dice, puede ser la última corrida de toros en el archipiélago balear, siempre y cuando prospere la ley promovida por el actual parlamento autonómico y que algunos consideran excede las competencias locales.
Preferencias personales aparte, las ausencias en actos no estrictamente protocolarios o institucionales, el retraso en su llegada a la isla y la marcha inmediatamente posterior al final de los compromisos oficiales han abierto interrogantes sobre la posibilidad de que exista un cierto desapego de Letizia Ortiz Rocasolano por las Baleares. Su tiempo en la isla lo reduce a poco más de una semana. Y no da explicaciones, lo cual despierta al monstruo de las especulaciones y abre la veda del cuchicheo que tanto detesta.
Pero los que cuchichean tal vez sean también los que la criticaban cuando mandaba mensajes al compiyogui, o los que la vitorean cuando visita lugares o se exhibe en actos públicos, los que, al fin y al cabo, pagan con impuestos el dinero que reparte su marido entre la familia, su residencia de Zarzuela, los palacios en los que detesta vivir, los viajes que tanto esfuerzo la requieren y la seguridad que garantiza su integridad y la de sus seres más queridos, incluso cuando viaja 'en privado' para gozar de sus vacaciones secretas.
Tal vez se trate simplemente de que a la esposa de Felipe VI no le agrade pasar demasiado tiempo junto a su familia política. Si bien en el Palacio de la Almudaina se hizo evidente su complicidad con doña Sofía, la llamativa velocidad con la que despachó el compromiso del besamanos fue tal que le sacó a su marido varios minutos de ventaja en los saludos, de tal modo que cuando ella había terminado, el Rey seguía estrechando manos.
La imagen de nuera y suegra unidas por sus cordiales sonrisas no se vio alterada ni siquiera por las insoportables temperaturas que atizaban a los numerosos asistentes a la recepción real en el palacio. El rey despachó este lunes con Mariano Rajoy en el Palacio de Marivent y la Familia Real desaparece una vez más, como lágrimas en la lluvia, hasta que su agenda deje de ser privada. Italia, Grecia, EE.UU. o Turquía fueron algunos de sus destinos secretos, o no tanto, en el pasado. Felices vacaciones Majestades.
Tal vez todo esto sea solo algo tan hermoso como que, después de casi 15 años juntos, Letizia quiera a su Rey para ella sola al menos unos días; sin suegra, sin cuñadas, sin Rajoy... después de un año repleto de compromisos. Si es así, God Save The Queen. Porque, la familia, a veces, puede ser un peñazo.