A Felipe de Marichalar y Borbón se le acabaron las vacaciones. El popular Froilán ya está en el internado del estado de Virginia, donde le quedan unos meses más para acabar el bachillerato. Pero antes de partir perpetró otra de sus salidas nocturnas: esta vez en Bilbao, junto a Morante de la Puebla, entre otros. Al día siguiente, el torero no acertó en su faena y recibió la mayor pitada de su vida en la plaza de Vista Alegre.
Cuando termine este curso discutirá con sus padres dónde hará una carrera universitaria. El joven Felipe quiere estudiar en España, mientras que Jaime de Marichalar y la infanta Elena prefieren que siga fuera, entre otras razones, por el interés que la prensa tiene por el nieto mayor del rey don Juan Carlos. También puede que tengan en cuenta que Froilán aprovecha la libertad de su mayoría de edad para vivir a tope, como cualquier chico de su edad. En Estados Unidos tomar alcohol no es legal hasta los 21 años.
Su despedida de las tardes taurinas y de la noche española (madrileña, marbellí, mallorquina, gaditana) fue el pasado fin de semana. Felipe y sus amigos estuvieron en la plaza de toros de Robledo de Chavela (Madrid) para seguir la faena de Gonzalo Caballero, el matador que más admira y que además es su amigo. Hasta se hizo una foto con el capote de torero para decir adiós a una intensa temporada taurina.
El rey don Juan Carlos, su hija Elena y sus nietos Froilán y Victoria, se han convertido en los personajes populares que más defienden con su presencia las corridas de toros, cada vez más cuestionadas tanto por los animalistas como en algunos casos por la propia afición.
El rey y sus nietos o los hijos con la infanta Elena han estado tardes de San Isidro en Las Ventas, en la plaza de Palma de Mallorca, donde cuestionaron la presencia de Victoria (ya que los menores de edad tienen allí la entrada prohibida) o en la de San Sebastián.
También visitaron la de Vista Alegre en Bilbao el pasado 23 de agosto, durante la Semana Grande. La visita de Froilán a la capital vizcaína ha traído cola y podría ser el motivo de la pitada más sonora que el torero Morante de la Puebla haya escuchado en esa plaza de arena gris y en toda su brillante carrera.
Todo empezó el martes 23, con la llegada a Bilbao del rey don Juan Carlos, al parecer en un vuelo privado con la infanta Elena y unos amigos. La afición del rey a la buena gastronomía les llevó a almorzar al restaurante Azurmendi, tres estrellas Michelin y un menú espectacular.
El mismo día, viajaban por carretera desde Soria a Bilbao Jaime de Marichalar, sus hijos Felipe y Victoria y su sobrino Amalio de Marichalar, de la misma edad que Felipe. Los Marichalar almorzaron en casa de una amiga de la familia, Pilar Aresti, ex senadora del Partido Popular y gran aficionada a los toros. Con ella fueron más tarde a la plaza de Vistalegre para ver torear a Enrique Ponce, El Juli y López Simón. A pesar del cartel y de la presencia del rey, que agradecieron los aficionados, Vista Alegre perdió en la Semana Grande de este año más del 30 % de su aforo. No corren buenos tiempos para el negocio taurino por esos lares.
Y mientras don Juan Carlos y la infanta se sentaban juntos, Marichalar, ex marido de doña Elena, estaba en otra parte de la misma plaza, y Froilán con su primo Amalio, no muy lejos de su padre. Después de la corrida, Felipe y sus amigos disfrutaron de la animación callejera de las fiestas y a medianoche se unieron a la cena de su padre y la señora Aresti en un restaurante de Getxo, el barrio bien de Bilbao equivalente por ejemplo al Puerta de Hierro madrileño.
La noche no había hecho más que empezar para Froilán y su pandilla, entre ellos Bruno Líbano, hijo de un famoso decorador vizcaíno. Todos se fueron a la discoteca del hotel
Ercilla, donde se hospedan los toreros que faenan esos días en Vista Alegre. Y allí se encontraron con Morante de la Puebla, que toreaba al día siguiente.
El buen rollo entre el matador y Froilán fue inmediato, a pesar de la diferencia de edad (morante dobla en años a Froilán). Y les dieron la una y las dos y las tres? que canta Joaquín Sabina.
Los guardaespaldas del hijo de la infanta prohibieron que se les hicieran fotos aunque nada especial se podría captar más que un buen entendimiento en torno a unas copas.
Froilán pasó el resto de la madrugada despierto y se encontró con el amanecer junto a sus amigos.
Froilán pernoctó en Bilbao pero por sus calles y sus verbenas. Y ya de día y sin dormir, fue a reunirse con su padre y su hermana para regresar a la finca familiar de Soria. Sólo pasó unas horas en la Semana Grande pero seguro que ganas de volver no le faltan.
Al día siguiente de la juerga o mejor, dicho, horas después, es decir, por la tarde, Morante de la Puebla no acertó en la plaza, el público se lo dijo en forma de monumentales pitos y abucheos y los enterados le echaron la culpa a la juerga de la noche anterior en la discoteca con Froilán. Hay quien dice que tampoco los toros respondieron. Sería eso.