Este jueves, 21 de abril, se conmemoran los 90 años de la monarca inglesa, la reina más viajera. A pesar de haber recorrido el mundo en multitud de ocasiones, Isabel II tan solo ha visitado una vez España. Desde Informalia repasamos cómo fue su histórica estancia en nuestro país.
Corría octubre de 1988 cuando la soberana inglesa y su marido, el duque de Edimburgo, aterrizaron en Madrid. La capital era el punto de partida de una visita que se prolongaría durante cinco días. Tras su llegada, envueltos en un gran despliegue de seguridad, los reyes Juan Carlos y Sofía ofrecieron una cena de gala en su honor en el Palacio Real. Al día siguiente se celebró otra en el Pardo, con la presencia del entonces príncipe Felipe y las infantas, Elena y Cristina.

Entre los invitados había personalidades de la sociedad española. Desde la Duquesa de Alba junto a Jesús Aguirre hasta una joven Isabel Preysler acompañando a Miguel Boyer, todos quisieron estar presentes en un acto de tal alcurnia.

También acudió el ex diplomático Inocencio Arias, quien relataba en 2012 a La Razón su impresión sobre la soberana inglesa: "No me pareció una mujer fría, pero sí más tímida de lo normal. Su carácter contrastaba mucho con el de nuestro Rey, que es más abierto y natural. A pesar de su seriedad, es consciente del sentido y la importancia que tiene su cargo".
Antes de marcharse de Madrid rumbo a otros lugares de la geografía española, Isabel II anhelaba visitar el monasterio de El Escorial. Una vez allí, la monarca quedó impresionada por el lugar. Cuando entró en la basílica, mientras sonaban los cuatro órganos, comentó: "Qué gran sitio para rezar".
Como buena turista, la reina inglesa quiso empaparse del arte flamenco. Para ello, se desplazó con su esposo y los Reyes a Sevilla. Durante su estancia en la ciudad andaluza, el ballet jerezano 'Albarizuela' bailó ante ella en los Reales Alcázares de la capital hispalense. Después de la actuación, saludó friamente a las bailarinas, que tenían entre 15 y 18 años, mientras que don Juan Carlos y doña Sofía les felicitaron y charlaron con ellas.

Para la recta final del viaje la comitiva se trasladó a Barcelona, donde recorrieron los más diversos escenarios artísticos, políticos y olímpicos de la Ciudad Condal. Isabel II se quedó absolutamente fascinada por el arte de Picasso y por Cobi, la mascota de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992 diseñada por Javier Mariscal.
La jornada concluyó con una recepción oficial a bordo del yate real Britannia, en la que acudieron algo más de 100 invitados. A primera hora de la noche, el barco puso rumbo a Mallorca. Allí pasaron el fin de semana. Dos jornadas de recreo antes de volver a Londres.