La Reina emérita emula a su marido y, desde su 'jubilación, dedica su tiempo a viajar por el mundo, alejada de las ataduras del pasado. Desde un concierto en Grecia hasta la recogida de un premio en Estados Unidos, doña Sofía recorre el planeta mientras disfruta de su nueva vida.
Aunque de manera más discreta que don Juan Carlos, su mujer se deja ver en actos que recuerdan las escapadas del Rey emérito. De hecho, este fin de semana Sofía acudió acompañada de su hermana Irene a un concierto de la Filarmónica de Israel dirigido por su buen amigo Zubin Mehta en Atenas.

Tras regresar a Madrid el lunes en un vuelo regular, este martes volvió a subirse a un avión, esta vez con destino a Nueva York. Allí ha recibido este miércoles el premio Adriano en Nueva York, galardón que concede la entidad World Monuments Fund por su labor durante 40 años de preservación patrimonial de la cultura de España e Iberoamérica.
Para la cena de gala, Doña Sofía eligió un dos piezas en blanco y negro con una falda negra larga de tul acampanada y una chaqueta blanca de seda. Además, en el bolso de mano escondía un pequeño abanico de color negro al que tuvo que recurrir durante la cena posterior.

Un verano en Marivent
Este verano la reina emérita optó por la tranquilidad y permaneció durante cuatro meses en el Palacio de Marivent, en Mallorca. Acompañada por sus nietos y siempre al lado de su hermana Irene, pasó unas vacaciones familiares ejerciendo de abuela. También estuvo allí en Semana Santa. Don Juan Carlos no estuvo presente en ninguna de estas dos estancias en Palma, aunque según pudo confirmar Informalia sí estuvo navegando en secreto por aguas de Mallorca, eso sí, sin bajar a tierra y sin ver a su familia, al menos, en público.

Después de la abdicación del Rey, la Reina redujo sus compromisos oficiales y ahota dispone de más tiempo para, por ejemplo, visitar en Ginebra a su hija Cristina y sus nietos, o para viajar a su país, donde reside parte de su familia griega, como su hermano el rey Constantino.