Casas Reales

Desnudamos la estrategia de Urdangarin: reaparece sin devolver el dinero y para vendernos algo pero... ¿Le comprarías un coche de segunda mano?

Apenas pasadas 48 horas de la primera entrevista concedida por Iñaki Urdangarin tras su paso por la cárcel y su divorcio, la mayor parte de la opinión pública no considera aceptable una redención para que alguien como el ex marido de la infanta Cristina vuelva a ganarse la confianza de una sociedad a la que, en su día, decepcionó. "No ha devuelto el dinero" es una de las frases más escuchadas en programas y tertulias; si bien también se han escuchado expresiones como "él pasó su tiempo en la cárcel cuando fue su ex mujer el cerebro de todo" o "se comió el marrón de Juan Carlos I porque es imposible que su suegro no supiera lo que estaba pasando".

Pero la respuesta a si debe o no debe ser perdonado, aunque no pida perdón, no la tiene él. La tiene el tiempo. Y, sobre todo, la tienen sus futuros clientes. Porque Iñaki Urdangarin ha vuelto para hacer un anuncio: tiene nueva empresa, nueva web y un plan para ganar dinero (honradamente). No como yerno del rey emérito, ni como rostro vinculado a escándalos judiciales, sino como empresario, como coach y, sobre todo, como un hombre que quiere reescribir su historia. Y para lanzar esta nueva etapa ha elegido hacerlo a lo grande: una entrevista exclusiva en La Vanguardia. Eso responde en parte a la pregunta de qué gana con hablar. Pero no es solo qué ha dicho, sino por qué ha hablado ahora.

El tiempo dirá si su apuesta funciona. Por ahora, Iñaki Urdangarin ha hecho un movimiento audaz: reaparecer, sí, pero no para pedir perdón por robar desde su privilegiada posición ni desde la justificación ni desde el escándalo, sino desde el relato del aprendizaje. No se trata de borrar el pasado, sino de resignificarlo. Si logra consolidarse como coach, será porque ha sabido transformar su herida pública en una herramienta útil. Y si no lo consigue, al menos habrá dejado claro que su historia ya no se cuenta en los juzgados, sino en las páginas del crecimiento personal.

14 meses desde que Urdangarin terminó de cumplir su condena por el caso Nóos

Han pasado catorce meses desde que Urdangarin terminó de cumplir su condena por el caso Nóos, uno de los episodios más dañinos para la imagen de la monarquía española en las últimas décadas. Desde entonces, ha mantenido un perfil discreto, salvo sus vacaciones con su novia y asistencias a partidos de balonmano para ver a su hijo. Pero en general ha sido discreto mientras iniciaba su proceso de reinserción y diseño de un futuro profesional ajeno a los focos mediáticos. Sin embargo, ha sido ahora cuando ha decidido romper su silencio con una entrevista cuidadosamente pactada, aunque, según fuentes consultadas, sin condiciones previas impuestas. Un gesto que, por su carga simbólica y estratégica, merece una lectura en profundidad.

En la conversación con los periodistas Juan Bautista Martínez y Anais Martí, Urdangarin no habla de la Casa Real ni de la infanta Cristina. Tampoco ofrece detalles jugosos de su pasado judicial. Al contrario: enfoca su discurso en su presente y su futuro. Habla como empresario, como coach y como un hombre que ha "aprendido de sus errores". Presenta Bevolutive, su nuevo proyecto de coaching personal, deportivo y empresarial, como una plataforma desde la cual ayudar a otros a través de su experiencia. Este movimiento, a primera vista, parece una maniobra de relaciones públicas al uso. Pero hay algo más profundo: Urdangarin busca redibujar su identidad pública. De figura caída en desgracia, a mentor que ha atravesado el infierno y ha regresado con un mensaje. No se presenta como víctima, sino como alguien que ha hecho introspección, que ha leído a Viktor Frankl y que ha encontrado sentido al sufrimiento. "Aceptar mi vulnerabilidad no me hace más débil, sino más auténtico", afirma. La búsqueda de la redención no es casual. En el contexto del coaching moderno, el valor añadido no está solo en la formación académica, sino en la experiencia vital. Y en eso, Urdangarin tiene lo que pocos coaches pueden ofrecer: el haber estado en lo más alto y en lo más bajo. Convertir su caída en un activo profesional parece ser su jugada maestra.

¿Por qué ahora?

La elección del momento no es menos calculada que el contenido. Ha pasado el tiempo prudencial desde el fin de su condena. El ruido mediático sobre su divorcio de la infanta Cristina se ha atenuado. El clima social es otro: la atención pública se ha desplazado hacia otros protagonistas, y la figura de Urdangarin, sin dejar de estar asociada a su pasado, ha quedado diluida en la memoria colectiva. Aprovechar esta ventana de relativa calma le permite hablar sin ser aplastado por la presión mediática. Además, lanzar su proyecto ahora tiene un componente pragmático: necesita clientes. Presentarse como un referente ético en materia de superación personal y liderazgo emocional en este momento le da visibilidad sin exponerse en exceso. El contexto económico y social también le es favorable. En un mundo postpandemia, donde las personas y las empresas buscan adaptarse a entornos inciertos, la figura del coach ha ganado fuerza. Urdangarin no solo quiere formar parte de este nuevo mercado, sino posicionarse como una voz autorizada desde una experiencia de transformación radical.

En ningún momento se percibe espontaneidad ni improvisación. Cada frase de Urdangarin está construida con un tono sosegado, introspectivo, sin estridencias. Se cuida de no provocar, de no victimizarse, pero tampoco se flagela. Da a entender que ha hecho el trabajo interno necesario para encarar esta nueva etapa con humildad. Al hablar de sus estudios, de su título como entrenador nacional y de su formación durante el tiempo en prisión, construye una imagen de esfuerzo sostenido y legítimo. La entrevista no es una confesión, sino una presentación. Es el acto inaugural de una nueva narrativa, pensada para reconectar con una parte del público que podría, con el tiempo, dejar de verle como el exduque de Palma condenado por corrupción, para empezar a verle como un profesional reformado, un caso vivo de resiliencia.

¿Y qué gana?

El beneficio inmediato es claro: promoción. Urdangarin necesitaba visibilidad para lanzar Bevolutive, y la ha conseguido en el medio adecuado. Pero hay algo más importante en juego: su legitimidad. Esta entrevista es un intento deliberado de establecer que su nuevo rol no es un disfraz oportunista, sino la consecuencia lógica de un proceso profundo de cambio. Su estrategia apela a un arquetipo muy poderoso: el del "héroe caído que regresa con sabiduría". No es casual que cite a Frankl, un autor de referencia en la psicología existencialista y en el mundo del coaching. Al hacerlo, alinea su mensaje con valores universales: autoconocimiento, propósito, superación. Todo ello para posicionarse en un nicho donde lo que más pesa no es el pasado, sino la autenticidad. La gran incógnita es si el público —y especialmente el mercado— le creerá. ¿Están las empresas o los deportistas dispuestos a contratar los servicios de alguien cuya reputación aún levanta recelos? ¿Es posible que la sociedad española, tan crítica con los símbolos caídos, le dé una segunda oportunidad? ¿Le comprarías un coche de segunda mano?

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