El nombramiento del coronel Félix Allo Flores como jefe de profesores en la Academia General Militar de Zaragoza, donde la Princesa de Asturias inició su formación castrense en 2023, ha generado una fuerte polémica y profundas inquietudes. Su designación ha reabierto un caso que parecía cerrado: una denuncia por acoso profesional y de género interpuesta años antes por una capitán del Ejército, un proceso que terminó revelando irregularidades, represalias y una preocupante falta de protección institucional para las mujeres que denuncian. No hay condena pero se puede afirmar que hay una denuncia por acoso.
Todo comenzó en 2017, cuando la capitana Cebollero se acogió a la Unidad de Protección frente al Acoso (UPA) para denunciar a sus superiores: el coronel Allo Flores y el teniente coronel Rafael Fernández Sisniega, por acoso profesional y de género. Lo que debía ser una denuncia anónima, como estipula el reglamento de la UPA, acabó en manos de los propios denunciados, quienes respondieron con una querella penal por injurias y calumnias. La situación llegó hasta el despacho de la ministra de Defensa, Margarita Robles. Según la oficial denunciante, Robles le dio la razón en una reunión personal, aunque posteriormente justificó por escrito la filtración de su denuncia confidencial. En 2019, Robles cesó a los mandos implicados: a Sisniega mediante publicación en el BOE, y a Allo mediante comunicación directa, aunque ya se encontraba en situación de reserva.

Sin embargo, lejos de suponer el final de su carrera, el coronel Allo fue recompensado con un nuevo destino. En marzo de 2022 fue nombrado por la subsecretaria de Defensa, Amparo Valcarce, como profesor secretario del Centro Universitario de Defensa (CUD) en la Academia de Zaragoza, un cargo de libre designación con una retribución adicional de 540 euros al mes. Oficialmente, su nombramiento era por seis meses, pero Allo continúa en el puesto, ejerciendo nada menos que como jefe de los profesores durante el periodo de instrucción militar de la Princesa Leonor.
Este dato resulta aún más controvertido si se tiene en cuenta que su predecesor en el cargo fue el coronel Pablo Díaz-Santos, quien ha sido señalado como el responsable de filtrar la denuncia interna a Allo y Sisniega. En lugar de una sanción o una retirada definitiva de la esfera militar, Allo ha mantenido una posición de responsabilidad en una de las instituciones más simbólicas del Ejército español.
El caso también deja en entredicho el funcionamiento de los mecanismos contra el acoso en las Fuerzas Armadas. La UPA, que debía ser un canal de protección para las víctimas, se ha transformado, según denuncian varias mujeres militares, en un arma de doble filo. Cristina Valdearcos, otra militar afectada, asegura que el sistema se ha vuelto en su contra: "En cuanto haces la denuncia, se la entregan al denunciado, te amedrentan, te desacreditan psicológicamente y te apartan", ha declarado en Artículo 14.
Fuentes militares citadas por este medio aseguran que los altos mandos cesados rara vez sufren consecuencias reales. Con frecuencia, se les reubica en destinos considerados de "premio", como Luxemburgo, donde gozan de dietas y mejor consideración. Mientras tanto, las denunciantes, especialmente si ocupan rangos inferiores, ven sus carreras truncadas. Para completar el cuadro, el exsubsecretario Alejo de la Torre, quien investigó el caso Cebollero y avaló que los denunciados accedieran a la información confidencial, fue condecorado en 2024 con la Gran Cruz de la Orden al Mérito Civil. Una decisión que ha sido recibida con estupor por quienes consideran que la actuación institucional fue, como mínimo, negligente. La permanencia del coronel Allo como jefe de profesores durante la formación de la Heredera al trono no solo plantea preguntas sobre la transparencia en los nombramientos militares, sino también sobre la coherencia del Ministerio de Defensa en su política de "tolerancia cero" frente al acoso. ¿De verdad es posible que un militar denunciado por acoso terminara formando a la Princesa de Asturias? La respuesta, por increíble que parezca, es sí.