A lo largo de sus siete décadas de reinado, la reina Isabel II demostró una entereza casi inquebrantable ante situaciones que harían temblar a cualquiera: guerras, amenazas terroristas, escándalos familiares y crisis constitucionales. Sin embargo, había algo que conseguía perturbar su proverbial calma: los helicópteros.
Así lo ha revelado el periodista Robert Hardman en el pódcast del Daily Mail, Queens, Kings, and Dastardly Things, donde ha detallado la particular fobia de la monarca al transporte aéreo rotatorio. "Isabel II solo le temía a una cosa: los helicópteros. Podía con todo lo demás, había vivido una guerra mundial y todo tipo de tragedias, pero nunca logró superar esa aversión", afirmó el especialista en asuntos reales. Aunque Isabel II se desplazaba con frecuencia en aviones de gran porte, en los que leía la prensa, descansaba sobre sus propios cojines y disfrutaba de su clásico martini, la idea de subir a un helicóptero le generaba un temor profundo. Este miedo no era infundado. Según Hardman, se remonta a finales de los años 60, cuando el capitán de uno de sus vuelos, John Blunt —pariente del cantante James Blunt—, falleció en un accidente. Ese trágico evento marcó a la soberana, quien desde entonces fue extremadamente reticente a volar en helicóptero, sobre todo en condiciones meteorológicas adversas.
No obstante, el deber real estaba por encima de sus miedos. En 1977, con motivo de su Jubileo de Plata, la reina se vio obligada a romper su promesa personal de evitar los helicópteros. Para visitar Irlanda del Norte, una región sacudida entonces por el conflicto armado, la opción más segura era precisamente ese medio de transporte. Así, Isabel II realizó su primer viaje en helicóptero en circunstancias poco propicias, guiada por el compromiso con su pueblo.
Isabel II llegó a reprender a Guillermo por realizar vuelos familiares en helicóptero
La ironía del destino quiso que muchos de sus descendientes se convirtieran en apasionados pilotos de helicóptero. Su hijo Carlos, sus nietos Enrique y Andrés, y en especial el príncipe Guillermo, se han formado como aviadores. Guillermo, de hecho, trabajó como piloto de ambulancia aérea durante años. Incluso ha llegado a compartir su afición con su esposa, Kate Middleton, y su hijo mayor, el príncipe George. Pero ese entusiasmo no era del agrado de su abuela. El Daily Mail relata que Isabel II llegó a reprender a Guillermo por realizar vuelos familiares en helicóptero, advirtiéndole que un accidente podría tener consecuencias graves para la continuidad de la monarquía. Esa preocupación no era solo institucional, sino también emocional, nacida de su antigua fobia.

Pese a todo, Isabel II logró burlarse de su miedo en al menos una ocasión histórica: durante la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012, aceptó (en un montaje cinematográfico) lanzarse desde un helicóptero junto a James Bond, en una escena que combinó humor, patriotismo y valentía. Un gesto que, más allá de lo simbólico, mostraba que ni siquiera su fobia más íntima podía restarle su característico espíritu estoico.