En el jardín de su mansión de Montecito, en una explosión primaveral de flores, el príncipe Harry con su hija Lilibet a hombros y con su hijo Archie de la mano. Van descalzos, caminando por la pradera. Es la foto familiar, íntima y bucólica de los Sussex que Meghan Markle ha publicado en su perfil de Instagram en un fin de semana de resaca mediática tras la entrevista de su marido a la BBC. Es la respuesta de unidad, de la piña que conforman los Sussex frente a la ola de críticas vertidas sobre el duque por sus declaraciones a la televisión pública de Reino Unido. Palabras como "no sé cuánto tiempo más le queda a mi padre" han vuelto a retumbar en el Palacio de Buckingham.
Se da la circunstancia de que Meghan Markle ha publicado esta bucólica fotografía de su marido y sus hijos el domingo 4 de mayo, que a diferencia de España no era el día de la madre. El día que homenajea a todas las madres en EE UU es el segundo domingo de mayo, o sea, este domingo 11.
Esta imagen es una respuesta a la ola de indignación que se ha desatado este fin de semana después de que el duque de Sussex acusara a su padre Carlos III de ignorarlo. Harry, además, denunció una conspiración del "establishment" y cuestionó la imparcialidad del sistema de seguridad real del Reino Unido. El resultado a todas estas críticas fue un rechazo popular que, según una encuesta reciente, ha exigido mayoritariamente a Harry y a Meghan Markle que pierdan definitivamente sus títulos de "Sus Altezas Reales".
La entrevista, transmitida desde California, dejó frases que muchos consideran inaceptables, incluida una referencia al estado de salud del monarca: "No sé cuánto tiempo más le queda". Desde el Palacio de Buckingham, esa afirmación fue calificada como de "mal gusto", mientras que fuentes cercanas a la realeza lamentaron que el príncipe haya optado por ventilar asuntos privados en medios internacionales, reavivando una grieta familiar ya expuesta hasta el hartazgo. Harry, además, reveló: "Mi padre no quiere hablar conmigo por este asunto de la seguridad". Y lamentó: "Me encantaría reconciliarme con mi familia. No tiene sentido seguir peleando". Tras esta intervención, trascendió a medios como The Sun que el monarca se encontraba "molesto" y "frustrado".
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