Casas Reales

Jaime de Marichalar cumple 62 años: recordamos el día que salió en carrito del Museo de Cera

Hoy, 7 de abril, Jaime de Marichalar, el aristócrata que hizo de su vida un ejercicio de discreción y elegancia a partes iguales, celebra su 62 cumpleaños. Y como es de esperar, la fecha no pasa desapercibida, aunque no por su presencia en los medios, sino más bien por los ecos de un pasado, tan lleno de luz y glamour como de sombras sutiles, que siguen resonando en las páginas de la historia reciente. Para algunos, hoy es solo otro día para observar su perfil recortado en la oscuridad del lujo. Para otros, es una ocasión para recordar el día en que el ex marido de la infanta Elena salió del Museo de Cera en una carretilla.

Fue hace quince años, cuando Marichalar, esa figura que alguna vez adornó las recepciones reales y acaparaba titulares como el yerno perfecto de la monarquía (si lo comparamos con Urdangarin) se vio reducido a la caricatura de sí mismo. El Museo de Cera de Madrid, en un alarde de timing mediático, decidió retirar su figura de cera de la exposición. Nada más y nada menos que un operario transportando la figura del ex marido de la infanta Elena por los pasillos del museo en una carretilla. Este destierro de su figura de cera, en paralelo con su divorcio recién firmado, fue una escena digna de ser fotografiada: una especie de épico fin de ciclo, donde la realidad y la escultura se unían en un montaje tan surrealista como poético.

La imagen del ex duque de Lugo siendo retirado de la exposición en una carretilla se convirtió en un símbolo de un tiempo que ya no era el suyo. Era el día después del divorcio, cuando la sentencia del Registro Civil de la Familia Real hacía oficial lo que ya todos sospechaban: los que habían sido duques de Lugo, tras años de convivencia rota, ya no compartían ni nombre ni destino. En noviembre de 2007, la separación comenzó a gestarse, pero la oficialidad llegó con la inscripción del 21 de enero de 2010. ¿Y qué hacer con la figura de cera del hombre que fue parte esencial de una unión que ya no existía? Trasladarla a un rincón del museo, y de ahí, a un almacén, como si su permanencia en el espacio público ya no tuviera razón de ser.

La historia de Marichalar es, en muchos aspectos, una metáfora perfecta de la transición del viejo mundo aristocrático al nuevo espectáculo mediático. Casado con la hija mayor de los Reyes de España, en una ceremonia digna de una novela histórica, Jaime se introdujo en el exclusivo círculo de la alta sociedad europea, haciendo suyo el glamour de la nobleza y la relevancia que le otorgaba su cercanía al poder. Y mientras su figura se paseaba con elegancia por los palcos reales y las fiestas de la jet set internacional, su linaje aristocrático y sus conexiones con el mundo financiero lo convirtieron en una pieza clave de ese "establishment" de lujo que dictaba las reglas de estilo.

Pero, como si de una tragicomedia se tratara, un ictus en 2001 marcó el comienzo de su ocaso público. De la figura del yerno de la realeza a la imagen de un hombre cada vez más alejado de las cámaras, Marichalar se fue retirando lentamente del foco mediático, manteniendo una presencia discreta, casi etérea. Y, sin embargo, el misterio y la fascinación en torno a su figura no han hecho más que aumentar con el tiempo. Lejos de la vida pública, el ex duque se refugió en su amor por los toros y la moda, siempre elegante, siempre a la sombra de los grandes eventos, pero sin renunciar jamás a su lugar en el mundo.

Hoy, su vida sigue siendo un enigma para muchos, un hombre que ha convertido la reserva en un arte tan exquisito como la moda que viste. Con su hija Victoria Federica, esa joven que ha heredado el brillo de su madre y el estilo de su padre, comparte momentos en televisión a cambio de fama y dinero y se pasea por los círculos de la alta costura con papi. Juntos, han sido vistos en los desfiles más importantes del mundo, un padre sobrio y una hija luminosa, pero siempre en el mismo carril de la aristocracia de la moda. A través de su hija y de su hijo en menor medida Marichalar sigue siendo una figura relevante en el universo de la elegancia contemporánea.

Y mientras ese hijo pródigo que vive lejos de los focos, mantiene su exilio en el Golfo Pérsico, Marichalar sigue su camino, inmutable, en las sombras del lujo. Hoy, 7 de abril, cumple 62 años. Y, como siempre, se encuentra lejos del bullicio, cerca del estilo. Un hombre de pocas palabras y muchos gestos, cuya presencia sigue siendo tan única como su vida. Un aristócrata moderno, cuya mayor lección es que el silencio, cuando se lleva con clase, puede ser más elocuente que mil declaraciones.

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