Victoria Federica Marichalar Borbón ha heredado el novio de Amina Martínez de Irujo, la hija de su amiga Genoveva Casanova, con la que comparte prime time en Antena 3 los viernes en El Desafío. La benjamina de la duquesa de Lugo debería tener una conversación con Amina, no para preguntarle cosas del hombre que llena su corazón y que antes llenó el de la hija de Genoveva, sino porque Cayetano Martínez de Irujo tuvo un quelque chose con la infanta Elena.
Por eso, la conversación entre Amina y Victoria Federica debería ir encabezada con el titular de aquella película genial de Billy Wilder, protagonizada en 1972 por el gran Jack Lemmon y titulada ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre?

La benjamina de la infanta Elena seguramente recuerda que su madre y el papá de Amina (la ex de su querido Borja) vivieron en su juventud un romance, tal y como contó el propio hijo de la duquesa de Alba e su día. Cayetano Martínez de Irujo desveló que vivió una pasión con la infanta Elena "por patriotismo" en uno de los pasajes de aquellas memorias bestiales que tanta polvareda levantaron. Aquellas donde el gran Cayetano decía "La cocaína me perturbó por completo y solo quería seducir a mujeres", es decir. De la pluma del propio Cayetano Martínez de Irujo nos llegaba aquella revelación que desvelaba una pasión secreta entre el hijo de la duquesa de Alba y la madre de Froilán, un cruce de sangre azul en toda regla.
En las memorias que adelantábamos en rigurosa primicia a principios de agosto de 2019, Cayetano Martínez de Irujo confirmaba que doña Elena bebió los vientos por él, al que admiraba entre otras cosas por alto nivel en la hípica, la otra pasión de la hermana mayor de Felipe VI.
Lo mejor fue cuando el padre de Amina contó que salió con la hija de don Juan Juan Carlos "por patriotismo", dijo literalmente. Cayetano incluso desveló el motivo por el que rompió con la hermana de Felipe de Borbón.
El hijo favorito de la duquesa de Alba rememoraba durante la promoción de sus memorias, hace algo más de cinco años, algunos de los episodios de su pasado, como aquel romance que mantuvo con la infanta Elena en su juventud, confesando los verdaderos motivos que provocaron su ruptura: "Estuvimos juntos tres meses, es una persona excepcional", aseguró. También confesó los motivos por los que decidieron tomar caminos separados. "Yo estaba luchando por salir de mi celda educacional, estructural, de responsabilidades, de presión de una familia como los Alba, parecidas a una familia real, sin serlo, no teníamos ninguna de las ventajas...", alegó, manifestando que no cortó la relación por "presiones externas", tal y como se especuló en su día. Cabe recordar que en sus sonadas memorias, De Cayetano a Cayetano, tildó este romance de "apasionado", por lo que a pesar de lo "cortita" que fue la historia de amor entre los dos guarda un buen recuerdo. Al mismo tiempo, confesó los motivos por los que la hija de don Juan Carlos y doña Sofía se fijó en él: "Ella necesitaba una persona fuerte a su lado y yo fui el elegido", señaló.

La historia de cómo Victoria Federica se ligó al novio de la hija de un ex de su madre la infanta Elena
Pero aquellos amores con caballos de fondo no son el presente. Hoy la historia se repite con las nuevas generaciones. No es que la aristocracia española sea endogámica, es que, por algún designio divino —o más bien por la escasez de apellidos disponibles en el reducido mercado del abolengo patrio—, las relaciones sentimentales de la realeza tienden a parecerse a un enredo de culebrón latinoamericano escrito por un guionista en plena fiebre delirante.
La última protagonista de este teatrillo de alcurnia es Victoria Federica, quien, con el aplomo de quien ha heredado el don de la oportunidad (y la impunidad) de su abuelo, ha decidido darse un paseo por los amores reciclados de su entorno. Su última conquista, Borja Moreno, no es precisamente un desconocido en estos círculos: antes de convertirse en el nuevo objeto de devoción de la sobrina del rey Felipe VI, fue el novio de Amina Martínez de Irujo, la hija de Cayetano Martínez de Irujo y Genoveva Casanova. Y aquí es donde todo se vuelve maravillosamente enrevesado si recordamos que Cayetano también tuvo lo suyo con la infanta Elena, es decir, con la madre de Victoria Federica. A estas alturas, uno se pregunta si el árbol genealógico de la nobleza española no es más bien un bonsái que da vueltas sobre sí mismo.
El idilio entre Victoria y Borja ha sido documentado con la precisión de un naturalista británico observando a una rara especie en peligro de extinción. Entre otros planes, la influencer de sangre azul ha sido vista en el club de tiro de Somontes, donde, la revista Semana la retrata este miércoles. Les vemos armados hasta los dientes y con la puntería heredada de generaciones de cazadores borbónicos, han practicado su deporte favorito: disparar a cosas. El dato, aunque anecdótico, dice mucho de la relación, porque pocas cosas unen más que el sonido de un disparo amortiguado por unos cascos de seguridad mientras se intercambian miradas de complicidad entre cartuchos humeantes.
Todo apunta a que lo suyo va en serio —y en esta familia "en serio" significa al menos un par de meses—, Victoria Federica no ha tenido más remedio que asumir la exposición mediática de su nueva relación. Y no porque ella quiera, claro, sino porque la prensa, en su afán de retratarla como la "it girl" de la monarquía cañí, se empeña en seguir cada uno de sus pasos. Ella, sin embargo, se queja amargamente de la atención, como si la espontaneidad de sus fotos posadas en eventos de lujo o sus colaboraciones con marcas de ropa no fueran un imán para los focos. Su entorno asegura que nunca había estado tan enamorada. Esto, dicho en la lengua de los privilegiados, significa que Borja ha logrado hacerla olvidar al DJ Jorge Bárcenas, su exnovio anterior, con quien experimentó la osadía de un romance con alguien de la plebe. Pero el amor, como todo en la realeza, tiene sus jerarquías, y parece que Borja encaja mejor en el perfil dinástico que requiere la ocasión.
Un reality, una exsuegra y un consejo de Belén Esteban
Por si todo este embrollo sentimental no fuera suficiente, el destino ha querido que Victoria Federica y Genoveva Casanova —exsuegra de su actual novio y examiga especial de su madre— compartan plató en El Desafío, ese concurso de Antena 3 en el que personajes del papel couché se someten a retos imposibles, como si el simple hecho de existir en su mundo no fuera ya un desafío en sí mismo. Lejos de cualquier tensión, Genoveva ha asegurado que siente un cariño especial por Victoria Federica desde que era pequeña. Y cómo no, si al final el círculo es tan reducido que todos acaban siendo algo de todos. En otro contexto, la situación podría resultar incómoda, pero en la aristocracia española esto se llama "tradición".
Como si de un experimento sociológico se tratara, el destino también ha juntado a Victoria Federica con Belén Esteban, la autoproclamada "princesa del pueblo", en una campaña publicitaria. Dos mundos opuestos han chocado de frente, pero la ex de Jesulín, con la sabiduría que solo da la experiencia en los platós, no ha dudado en ofrecerle un consejo a la joven aristócrata: "Si te preguntan por la familia, no contestes. Negativo". Un sabio consejo que en la Casa Real bien podrían haber convertido en lema oficial.
Victoria, sorprendida ante semejante revelación, ha reconocido el valor de la recomendación, aunque ha dejado claro que la prensa también debería venir "con respeto". No sabemos si se refiere al mismo respeto que su abuelo profesa a los elefantes o el que su padre mostró en las carreras de caballos con aquella ovación memorable, pero lo cierto es que en esta familia, el concepto de "respeto" es tan flexible como sus códigos morales.
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Si algo nos enseña esta historia es que, en la aristocracia, los círculos amorosos no se ensanchan, sino que se cierran como un lazo bordado en oro. La relación de Victoria Federica con Borja Moreno es la enésima prueba de que, cuando se trata del amor, la nobleza sigue aplicando la misma estrategia de siempre: no mezclar demasiado la sangre, pero tampoco hacer que la endogamia resulte demasiado evidente.
Y mientras la prensa sigue con lupa los movimientos de esta relación, en un país donde las preocupaciones de la mayoría se centran en llegar a fin de mes, encontrar una cita en Tinder que no sea un desastre o sobrevivir a la última subida del alquiler, Victoria Federica sigue sumando conquistas y exclusivas con la misma ligereza con la que su abuelo esquivaba responsabilidades. Porque si algo nos ha enseñado la historia de esta familia es que, al final, todo se reduce a un solo principio: el privilegio es eterno, los novios son intercambiables y el escándalo es solo cuestión de perspectiva.