Casas Reales

Victoria Federica gana más que su madre, su tía Cristina o su abuela: entre 30.000 y 40.000 euros al mes

Victoria Federica es un enigma que a algunos les fascinar mientras otros la desprecian por lo que representa. En ella conviven dos mundos aparentemente opuestos: la solemnidad de la monarquía y la espontaneidad de las redes sociales. Su vida es un reflejo de los tiempos modernos, donde el linaje ya no garantiza el respeto automático, pero sí proporciona una plataforma para reinventarse. Mientras sus detractores critican su estilo de vida, ella sigue adelante, consciente de que, en su caso, la fama es tanto un privilegio como un negocio. En el fondo, Victoria Federica ha entendido algo que muchas otras figuras reales no han sabido gestionar: en el siglo XXI, la corona no se lleva en la cabeza, sino en los likes.

Ni el generoso sueldo de la infanta Elena en la Fundación Mapfre (300.000 euros) ni el de su tía la infanta Cristina de la suya (400.000 euros), ni mucho menos la aisgnación que recibe su abuela la Reina Sofía de Zarzuela (121.186 euros anuales) llegan al nivel de ingresos que ahora recibe esa estrella mediática llamada Victoria Federica Marichalar Borbón. Eso es lo que dice Pilar Eyre. Y lo razona. En los salones de la aristocracia, donde siempre brilló una mezcla de privilegio y distanciamiento, el caso de la hermana de Froilán es muy llamativo porque es asidua de podcast, la televisión o las redes sociales. A sus 24 años, la nieta más mediática del rey Emérito, se ha convertido en una de las figuras de moda más cotizadas en España. Lo que parecía una afición adolescente por posar ante las cámaras se ha transformado, según Pilar Eyre, en una carrera que le reporta entre 30.000 y 40.000 euros al mes. Un sueldo que podría rivalizar con el de empresarios de renombre y que no deja de causar asombro.

Las cifras que maneja Victoria Federica han sido desglosadas con precisión quirúrgica por Eyre, escritora y cronista experta en las sombras y destellos de la Casa Real. Según sus cálculos, cada publicación que la joven sube a sus historias de Instagram vale nada menos que 4.000 euros. Un paseo fugaz por un photocall, 3.000 euros. Por su participación en programas de televisión como El Desafío, 20.000 euros por episodio. Suma y sigue: anuncios, campañas publicitarias y discursos esporádicos en galas, como la reciente feria taurina de Madrid, elevan las ganancias mensuales de Victoria a un rango que sería la envidia de cualquier trabajador promedio.

Hubo un tiempo en que Victoria Federica era solo una sombra discreta en los retratos familiares. Una niña que creció bajo el peso de un apellido que no perdona, entre los salones de Zarzuela y las aulas de colegios privados. Pero, lejos de quedarse en el papel de espectadora, ha hecho de su vida un espectáculo de luces, cámaras y contratos publicitarios.

Dicen que, en un principio, su madre, la infanta Elena, no estaba del todo convencida de este rumbo. ¿Una influencer en la familia real? Sonaba casi herético. Pero Victoria, con la tenacidad que parece haber heredado de su abuelo, decidió seguir su propio camino. Poco a poco, fue transformando sus pasiones —los caballos, la moda y la vida social— en un negocio rentable. Y con ello, ha logrado lo impensable: convertirse en una de las jóvenes más influyentes de España, tanto dentro como fuera de los círculos aristocráticos.

"Se fueron a Estados Unidos para su recuperación, pero las cosas no fueron fáciles. Iban muy cortos de dinero"

Pilar Eyre no solo ha desvelado las cifras de esta meteórica carrera, sino que ha trazado un retrato íntimo de Victoria. Para entender a la joven, dice Eyre, es imprescindible mirar hacia su infancia, marcada por las luces y sombras del entorno familiar. En 2001, cuando apenas tenía un año, su padre, Jaime de Marichalar, sufrió un ictus que cambió radicalmente la dinámica familiar. Eyre describe aquellos años como una etapa dura y llena de incertidumbre: "Se fueron a Estados Unidos para su recuperación, pero las cosas no fueron fáciles. Iban muy cortos de dinero". Todo lo contrario que la abundancia de la infanta Cristina y Urdangarin por entonces, que gozaban de buenos ingresos, como años después supimos.

La escritora relata incluso detalles inéditos, como el hecho de que la familia tuvo que alojarse en hoteles que ofrecían precios especiales para aliviar su delicada situación económica. Y, pese a la adversidad, Victoria supo encontrar en su padre una figura clave en su vida. Su amor por la moda, confiesa la joven en entrevistas recientes, viene directamente de él. Jaime de Marichalar, siempre impecable en su elegancia, se convirtió en una especie de mentor estilístico para su hija, marcando un camino que hoy la define.

El glamour que envuelve ahora a Victoria Federica parece un contraste absoluto con algunas de las anécdotas que narra Eyre. En 2006, recuerda la periodista, vio a la familia reunida en un club de polo en Barcelona. En aquel entonces, Marichalar, ya apartado tras su ictus, observaba desde la distancia, casi ajeno al bullicio de su entorno. "Me dio mucha pena", asegura Eyre. La frialdad del momento se suma a los muchos episodios que, quizás, forjaron en Victoria esa búsqueda de validación pública.

Hoy, Victoria Federica se mueve con naturalidad entre alfombras rojas y galas benéficas, rodeada de cámaras que capturan cada detalle de sus estilismos cuidadosamente seleccionados. Su proyección en redes sociales es casi calculada al milímetro: gestos medidos, palabras justas y una imagen que combina la sofisticación clásica con un toque de irreverencia juvenil. La reciente gala de San Isidro en Madrid es un ejemplo perfecto. Protagonista del cartel de la feria taurina, Victoria ofreció un discurso que terminó con un emotivo homenaje a su abuelo, Juan Carlos I. Ese día, según Pilar Eyre, su presencia podría haber alcanzado los 50.000 euros, una cifra que confirma su estatus como una de las personalidades más rentables de España.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBeloudBluesky