Días complicados para el rey don Juan Carlos. Mientras la reina Sofía y la infanta Cristina asistían este viernes por la tarde a la boda de Nicolás de Grecia y Chrysi Vardinogiannis en Atenas, el ex jefe del Estado ha comenzado el fin de semana de una manera agridulce.
Ataviado con un traje de chaqueta gris con rayas diplomáticas, apoyado en su bastón y con un rostro serio, Juan Carlos I se ha desplazado este sábado 8 de febrero hasta Lisboa para estar presente en el funeral privado de uno de sus grandes amigos, Karim Aga Khan, quien falleció el pasado 4 de febrero a los 88 años en su palacete en la capital portuguesa.

Al acto, tal y como anunciaron el jueves, solo se podía entrar con invitación personal. "Será breve, digno y no contará con la asistencia de un gran número de personas. Este es un evento privado, no un gran evento público", explicó el consultor senior del imanato ismaelita Naguib Kerat durante una rueda de prensa.
La ceremonia, que ha seguido con las tradiciones locales, se ha celebrado en el Centro Ismaelita de Lisboa. Hasta allí, además del rey don Juan Carlos, se han desplazado familiares y amigos del fallecido, así como representantes del Gobierno portugués y dignatarios internacionales, como Justin Trudeau.
Los restos mortales de Karim Aga Khan serán trasladados este domingo 9 de febrero a la localidad de Asuán, en Egipto, un país donde abundan seguidores de corrientes musulmanas, distintas a las tradicionales. Así las cosas, el próximo martes 11 de febrero, dirigentes de la comunidad ismaelita jurarán lealtad al príncipe Rahim Aga Khan V, el segundo de los hijos de Aga Khan IV, en un evento también privado.
La amistad entre Karim Aga Khan y el rey emérito Juan Carlos I se remonta a su infancia, cuando ambos coincidieron en un internado en Friburgo, Suiza, a mediados del siglo XX. Desde entonces, forjaron un vínculo cercano que se mantuvo a lo largo de los años. Su relación transcendió el ámbito personal, ya que el Aga Khan también apoyó a la familia del monarca en momentos difíciles. Un ejemplo de ello fue cuando, tras el caso Nóos, la infanta Cristina dejó Barcelona y se trasladó a Ginebra, donde trabajó en la Fundación La Caixa y en la Aga Khan Development Network, una red de organizaciones con miles de empleados en distintos países, gracias a la oportunidad que le brindó el príncipe ismaelita.
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